domingo, 26 de mayo de 2013
domingo, 17 de marzo de 2013
ACTUALIDAD
¿Es posible evolucionar nuestras empresas y
organizaciones de hoy hacia modelos Organizativos 2.0 o hacia el
concepto de empresa abierta?
Se trata de una pregunta que me hago con más frecuencia a medida que voy comprendiendo la esencia y las implicaciones que hay tras estos conceptos.
Pero no voy a disertar sobre los términos, no soy ni mucho menos la persona indicada, sencillamente os invito a que os leáis con detalle un interesante debate de hace más de dos años entre esta reflexión de Julen Iturbe Empresa abierta no es empresa 2.0 y la respuesta a la misma por parte de Amalio Rey Empresa 2.0 y Empresa abierta: conversando con Julen en ambos post podréis acceder a su vez a otros links que os llevarán a profundizar (si estáis interesados) en ambos conceptos.
La cuestión es si las organizaciones y empresas que en su gran mayoría hoy siguen operando de la misma forma que hace unos años, serán capaces de evolucionar sus modelos de gestión, pasando del modus operandi 1.0 al concepto de Organización 2.0, teniendo en cuenta que este modelo se caracteriza por una serie de atributos como: transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, capacidad conversadora y el espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)…
O, si serán capaces de llevar a cabo una apertura lo suficientemente grande como para que puedan pasar de su cerrazón actual a ser empresas abiertas con todas las implicaciones que esto conlleva: una empresa abierta representa una nueva forma de hacer gestión hasta el punto de que puede convertirse, o no, en una empresa. La empresa abierta es más un espacio donde se construye de manera colectiva el conocimiento y que pivota entorno al beneficio global más que al beneficio propio…
¿Es realmente posible desarrollar nuestra Organización tradicional hacia estas nuevas formas y modelos organizativos?
No nos llevemos a engaño, la distancia que separa la realidad que viven muchas de nuestras empresas y profesionales hoy con la realidad que representa la idea de la wikiempresa, empresa abierta y organización 2.0, se mide en años luz. Lo cierto es que, posible o imposible, realmente es necesario que se produzca esa evolución. La transformación organizativa hacia modelos 2.0, auspiciada por los cambios radicales de nuestro entorno ha dejado de ser un capricho para convertirse en una necesidad de negocio.
El camino hacia la Organización 2.0 requiere una mentalidad abierta.
Esta necesidad, por lo tanto, nos lleva a otra cuestión ¿cómo preparar a nuestros profesionales de cara a esta evolución? ¿Cómo flexibilizar su tradicional enfoque de las relaciones profesionales para habituarles al ecosistema organizativo 2.0?
Sabemos que nuestro entorno nos está dirigiendo irremediablemente a adaptar nuestra actividad como empresas y profesionales de una de forma diferente… más participativa, más colaborativa, más conectada, más innovadora, más ágil, más flexible, más informal…para hacer diferente necesitamos pensar de forma diferente
Para que una organización y sus profesionales piensen de forma diferente hay que generar y despertar inquietudes y modificar actitudes a través de la exposición a multitud de ideas e inputs. Una organización que quiera activar estas inquietudes y que aspire a que sus profesionales evolucionen hacia modelos de gestión 2.0, debería exponer a sus líderes, managers, y profesionales a un sinfín de ideas de diferentes disciplinas con el objetivo de que estos vayan progresivamente enriqueciendo su amplitud de miras, permeabilizándose ante nuevos conceptos y enfoques… una contaminación positiva que permitiría relajar el hermetismo conceptual y ampliar progresivamente sus horizontes… abrir su mente para poder desarrollarse y crecer en una empresa que cada vez será más flexible, más colaborativa, más participativa, más abierta…
Una diseminación de ideas que puede producirse por múltiples canales y donde la web social como entorno participativo y colaborativo puede ejercer como amplificador de las mismas. Una exposición que debería llevarse a cabo tanto de la mano de speakers e influencers externos a la empresa expertos en sus respectivas disciplinas, como a través de los propios profesionales de la organización quienes actuarían como conferenciantes antes sus colegas, managers, y líderes, distribuyendo sus propias inquietudes, e ideas en todo tipo de temáticas y materias…
Es incongruente querer evolucionar hacia un modelo 2.0 sin desarrollar la apertura mental de nuestros profesionales. Dirigirse hacia la Organización 2.0 requiere estar mentalmente abierto como profesional y como empresa.
Para hacer las cosas de una forma diferente… es preciso invitar a pensar de forma diferente, “out of the box”. Quizás, exponer a nuestros profesionales de forma frecuente, plural, abierta y multicanal ante ideas, conceptos y tendencias diferentes, diversas e inspiradoras sea una forma de preparar el terreno… la última cuestión es… ¿realmente queremos comenzar esa evolución hacia la gestión 2.0?
El mundo tal como lo hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar. Albert Einstein
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Se trata de una pregunta que me hago con más frecuencia a medida que voy comprendiendo la esencia y las implicaciones que hay tras estos conceptos.
Pero no voy a disertar sobre los términos, no soy ni mucho menos la persona indicada, sencillamente os invito a que os leáis con detalle un interesante debate de hace más de dos años entre esta reflexión de Julen Iturbe Empresa abierta no es empresa 2.0 y la respuesta a la misma por parte de Amalio Rey Empresa 2.0 y Empresa abierta: conversando con Julen en ambos post podréis acceder a su vez a otros links que os llevarán a profundizar (si estáis interesados) en ambos conceptos.
La cuestión es si las organizaciones y empresas que en su gran mayoría hoy siguen operando de la misma forma que hace unos años, serán capaces de evolucionar sus modelos de gestión, pasando del modus operandi 1.0 al concepto de Organización 2.0, teniendo en cuenta que este modelo se caracteriza por una serie de atributos como: transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, capacidad conversadora y el espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)…
O, si serán capaces de llevar a cabo una apertura lo suficientemente grande como para que puedan pasar de su cerrazón actual a ser empresas abiertas con todas las implicaciones que esto conlleva: una empresa abierta representa una nueva forma de hacer gestión hasta el punto de que puede convertirse, o no, en una empresa. La empresa abierta es más un espacio donde se construye de manera colectiva el conocimiento y que pivota entorno al beneficio global más que al beneficio propio…
¿Es realmente posible desarrollar nuestra Organización tradicional hacia estas nuevas formas y modelos organizativos?
No nos llevemos a engaño, la distancia que separa la realidad que viven muchas de nuestras empresas y profesionales hoy con la realidad que representa la idea de la wikiempresa, empresa abierta y organización 2.0, se mide en años luz. Lo cierto es que, posible o imposible, realmente es necesario que se produzca esa evolución. La transformación organizativa hacia modelos 2.0, auspiciada por los cambios radicales de nuestro entorno ha dejado de ser un capricho para convertirse en una necesidad de negocio.
El camino hacia la Organización 2.0 requiere una mentalidad abierta.
Esta necesidad, por lo tanto, nos lleva a otra cuestión ¿cómo preparar a nuestros profesionales de cara a esta evolución? ¿Cómo flexibilizar su tradicional enfoque de las relaciones profesionales para habituarles al ecosistema organizativo 2.0?
Sabemos que nuestro entorno nos está dirigiendo irremediablemente a adaptar nuestra actividad como empresas y profesionales de una de forma diferente… más participativa, más colaborativa, más conectada, más innovadora, más ágil, más flexible, más informal…para hacer diferente necesitamos pensar de forma diferente
Para que una organización y sus profesionales piensen de forma diferente hay que generar y despertar inquietudes y modificar actitudes a través de la exposición a multitud de ideas e inputs. Una organización que quiera activar estas inquietudes y que aspire a que sus profesionales evolucionen hacia modelos de gestión 2.0, debería exponer a sus líderes, managers, y profesionales a un sinfín de ideas de diferentes disciplinas con el objetivo de que estos vayan progresivamente enriqueciendo su amplitud de miras, permeabilizándose ante nuevos conceptos y enfoques… una contaminación positiva que permitiría relajar el hermetismo conceptual y ampliar progresivamente sus horizontes… abrir su mente para poder desarrollarse y crecer en una empresa que cada vez será más flexible, más colaborativa, más participativa, más abierta…
Una diseminación de ideas que puede producirse por múltiples canales y donde la web social como entorno participativo y colaborativo puede ejercer como amplificador de las mismas. Una exposición que debería llevarse a cabo tanto de la mano de speakers e influencers externos a la empresa expertos en sus respectivas disciplinas, como a través de los propios profesionales de la organización quienes actuarían como conferenciantes antes sus colegas, managers, y líderes, distribuyendo sus propias inquietudes, e ideas en todo tipo de temáticas y materias…
Es incongruente querer evolucionar hacia un modelo 2.0 sin desarrollar la apertura mental de nuestros profesionales. Dirigirse hacia la Organización 2.0 requiere estar mentalmente abierto como profesional y como empresa.
Para hacer las cosas de una forma diferente… es preciso invitar a pensar de forma diferente, “out of the box”. Quizás, exponer a nuestros profesionales de forma frecuente, plural, abierta y multicanal ante ideas, conceptos y tendencias diferentes, diversas e inspiradoras sea una forma de preparar el terreno… la última cuestión es… ¿realmente queremos comenzar esa evolución hacia la gestión 2.0?
El mundo tal como lo hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar. Albert Einstein
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jueves, 14 de marzo de 2013
lunes, 11 de marzo de 2013
Paolo Vanossi: El m-commerce se multiplicará por siete en Europa hasta los 19.000 millones de euros en 2018
Entrevista a Paolo Vanossi, vicepresidente para España e Italia de Madvertise.
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FUENTE | media-tics |
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lunes, 25 de febrero de 2013
El capitalismo del ego engendra monstruos
Nadie cree ya en nada, solo en lo que cada uno quiere: de ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos. La ceguera del Fausto digital ha dado origen a una crisis europea que cuestiona el núcleo del sistema
Sobre el homo oeconomicus,la ideología neoclásica o
neoliberal está todo dicho, si bien no por parte de todos. Ya el poeta
favorito de Alemania, Goethe, predijo en 1832 en su drama Fausto el
dominio universal del dinero… ¡Y en verso! Sin embargo, a comienzos del
siglo XXI tenemos que añadir algo esencial, nuevo y original: el Fausto
digital, o más exactamente: el atrevimiento y ceguera fáusticos del
capitalismo del ego.
Frank Schirrmacher, coeditor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, describe en su libro de reciente aparición, Ego, cómo la implantación de este “nuevo” egoísmo ha ido adquiriendo carácter normativo y, tras la guerra fría, ha sellado la victoria de la teoría de la elección racional hasta en los detalles más nimios del mundo de la vida; incluso en el alma digital del homo novus. Hasta el concepto sartriano de “mala fe” se queda demasiado corto, puesto que presupone la libertad de elección.
Los economistas afirman, naturalmente, lo de siempre: se trata solo de modelos. La del homo oeconomicus no es más que una hipótesis. Pero en el drama real, de desenlace abierto, en el que todos somos participantes y espectadores, víctimas y cómplices, lo que está en juego es cómo el homunculus oeconomicus —un ciborg, un androide, una figura artificial, a medio camino entre la máquina y el hombre— se ha escapado de los “laboratorios frankensteinianos de Wall Street”. Esa narración dramática también extrae su potencia de la brutal sencillez con la que se reacciona a la complejidad extrema del mundo: 1/0, sí/no, conectar/desconectar: es decir, los hombres actúan con códigos informáticos de acuerdo con las leyes de los economistas.
Nadie cree ya en nada, solo en lo que uno quiere. De ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos, de la que el mal se alimenta en todas partes. Aquí tenemos la paradoja: en un momento histórico en el que las instituciones del Estado de bienestar, los mercados financieros y la relación con el entorno natural sufren una crisis fundamental, surgen las “egomónadas”. Su funcionalidad no solo estriba en ocultar frente a otros las consecuencias de la propia acción. Más bien han de interpretarse como estrategias de evitación del riesgo en un mundo de riesgos globales: como una sociopatología del capitalismo del ego.
La crisis financiera y europea solo abre una primera perspectiva de esta ceguera del Fausto digital. Los mercados financieros no son más que los primeros mercados automatizados. Pero les seguirán otros. La comunicación social, los grandes datos, los servicios secretos, la manipulación de los consumidores, a quién se considera un terrorista, las universidades en la barahúnda reformista neoliberal, las relaciones amorosas digitalizadas, el choque de las religiones mundiales en el espacio digital, etcétera.
¿Qué tiene de novedoso el Fausto digital? En la Edad Media los alquimistas intentaban transformar en oro los metales innobles. Los actuales “alquimistas de los mercados” (Schirrmacher) transforman hipotecas tóxicas, de alto riesgo, en productos de primera clase, calificados con notas tan altas que incluso pueden ser adquiridos por los fondos de pensiones. ¿Puede uno comprar una casa sin dinero y gastar además un dinero inexistente? Sí, puede, replican los malabaristas financieros, esos neoalquimistas de bancos mundiales demasiado grandes para caer.
Ante nosotros se abre el nuevo mundo de la manipulación digital del alma. Innumerables agentes digitales, con frecuencia completamente estúpidos, están tan fascinados con sus ideas que no se dan cuenta en absoluto de cómo, a partir de los ingredientes de egoísmo, codicia y capacidad de engañar, surgen monstruos. Entre ellos, monstruos políticos. La política de ahorro con la que Europa responde en este momento a la crisis financiera desencadenada por los bancos es percibida por los ciudadanos como una monstruosa injusticia. Son ellos quienes tienen que pagar con la moneda contante de su existencia por la ligereza con la que los bancos han pulverizado sumas inimaginables. Sin embargo, quienes se dedican a entender al capital, los hermeneutas de los monstruos, han desarrollado un lenguaje curiosamente terapéutico. Los mercados son “tímidos” como cervatos, afirman. No se dejan “engañar”. Pero los verdugos económicos, denominados “agencias de calificación de riesgos”, que también rinden tributo a la religión terrenal de la maximización del beneficio, basándose en las leyes del capitalismo del ego emiten juicios que alcanzan a Estados enteros en el corazón de su ser económico: a Italia, España o Grecia.
“Cada hombre tiene que convertirse en el mánager de su propio yo” (Schirrmacher). Ya ha pasado el tiempo en el que los empresarios eran empresarios y los trabajadores, trabajadores. Ahora, en el nivel del capitalismo del ego, ha surgido la nueva figura social del “empresario de sí mismo”: es decir, el empresario descarga la coerción de autoexplotación y autoopresión sobre el individuo, que tiene que aceptar con entusiasmo esta situación, porque ese es el hombre enteramente nuevo que ha nacido en el nuevo mundo feliz del trabajo. El empresario de sí mismo acaba siendo el “cubo de la basura” de los problemas irresueltos de todas las instituciones.
Y, sin embargo, la “individualización”, entendida en un sentido sociológico, es mucho más que eso, es “individualismo institucionalizado”. El proceso de individualización en este último sentido no se refiere únicamente a una ideología social, o a una forma de percepción del individuo, sino que hace referencia a instituciones centrales de la sociedad moderna, como los derechos civiles, políticos y sociales fundamentales, dirigidos todos ellos al individuo. De ahí surge una generación global, interconectada de forma transnacional, que ha de ensayar cómo volver a armonizar individualismo y moral social y cómo conjugar la libertad de arbitrio y la individualidad con una existencia orientada a los otros.
Muchos jóvenes ya no están dispuestos a ser soldados en la ejecución de las instrucciones jerárquicas en las organizaciones sociales, ni a renunciar a tener voz propia siendo previsibles peones de un partido. Antes al contrario, las instituciones —sindicatos, partidos políticos, iglesias— se convierten en jinetes sin caballos. La agitación anticapitalista que existe en el mundo probablemente tenga que ver con ambas cosas: el choque de la individualización de los derechos fundamentales con la mercadotecnia del yo que sigue reglas económicas transparentes.
El riesgo de colapso, cada vez más palpable, también ha despertado el sueño de una nueva Europa.
Vivimos en una época en la que ha ocurrido algo que hasta no hace mucho parecía inimaginable, esto es: que los fundamentos del capitalismo global —antes considerado racional, pero que ha terminado siendo irracional— se han hecho completamente políticos, es decir, cuestionables, e incluso políticamente modificables. Existen versiones radicalmente distintas del futuro de Occidente, donde entretanto tiene lugar casi una guerra fría civil: ¿se quiere un capitalismo regulable, que busque un equilibrio con los movimientos sociales y esté abierto a las cuestiones del clima, o se apuesta por la autorregulación del capitalismo globalizado del ego y por más intervenciones militares, de modo que se intente mantener la cohesión nacional aplicando el esquema de amigo/enemigo? Ese es el núcleo del conflicto.
Los riesgos globales son una especie de recordatorio colectivo forzoso de que el potencial de aniquilación al que nos hemos expuesto incluye nuestras decisiones y nuestros errores. Estas impregnan todos los ámbitos de la vida, pero al mismo tiempo abren nuevas oportunidades de transformación del mundo. Es la paradoja en virtud de la cual los riesgos globales dan aliento a la acción. En ello estriba la opción europea: plantear sistemáticamente la pregunta de qué alternativas hay al capitalismo digital del ego. La pregunta de cómo, mediante una Europa distinta, es posible más libertad, más seguridad social y más democracia.
Frank Schirrmacher, coeditor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, describe en su libro de reciente aparición, Ego, cómo la implantación de este “nuevo” egoísmo ha ido adquiriendo carácter normativo y, tras la guerra fría, ha sellado la victoria de la teoría de la elección racional hasta en los detalles más nimios del mundo de la vida; incluso en el alma digital del homo novus. Hasta el concepto sartriano de “mala fe” se queda demasiado corto, puesto que presupone la libertad de elección.
Los economistas afirman, naturalmente, lo de siempre: se trata solo de modelos. La del homo oeconomicus no es más que una hipótesis. Pero en el drama real, de desenlace abierto, en el que todos somos participantes y espectadores, víctimas y cómplices, lo que está en juego es cómo el homunculus oeconomicus —un ciborg, un androide, una figura artificial, a medio camino entre la máquina y el hombre— se ha escapado de los “laboratorios frankensteinianos de Wall Street”. Esa narración dramática también extrae su potencia de la brutal sencillez con la que se reacciona a la complejidad extrema del mundo: 1/0, sí/no, conectar/desconectar: es decir, los hombres actúan con códigos informáticos de acuerdo con las leyes de los economistas.
Nadie cree ya en nada, solo en lo que uno quiere. De ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos, de la que el mal se alimenta en todas partes. Aquí tenemos la paradoja: en un momento histórico en el que las instituciones del Estado de bienestar, los mercados financieros y la relación con el entorno natural sufren una crisis fundamental, surgen las “egomónadas”. Su funcionalidad no solo estriba en ocultar frente a otros las consecuencias de la propia acción. Más bien han de interpretarse como estrategias de evitación del riesgo en un mundo de riesgos globales: como una sociopatología del capitalismo del ego.
La crisis financiera y europea solo abre una primera perspectiva de esta ceguera del Fausto digital. Los mercados financieros no son más que los primeros mercados automatizados. Pero les seguirán otros. La comunicación social, los grandes datos, los servicios secretos, la manipulación de los consumidores, a quién se considera un terrorista, las universidades en la barahúnda reformista neoliberal, las relaciones amorosas digitalizadas, el choque de las religiones mundiales en el espacio digital, etcétera.
¿Qué tiene de novedoso el Fausto digital? En la Edad Media los alquimistas intentaban transformar en oro los metales innobles. Los actuales “alquimistas de los mercados” (Schirrmacher) transforman hipotecas tóxicas, de alto riesgo, en productos de primera clase, calificados con notas tan altas que incluso pueden ser adquiridos por los fondos de pensiones. ¿Puede uno comprar una casa sin dinero y gastar además un dinero inexistente? Sí, puede, replican los malabaristas financieros, esos neoalquimistas de bancos mundiales demasiado grandes para caer.
Ante nosotros se abre el nuevo mundo de la manipulación digital del alma. Innumerables agentes digitales, con frecuencia completamente estúpidos, están tan fascinados con sus ideas que no se dan cuenta en absoluto de cómo, a partir de los ingredientes de egoísmo, codicia y capacidad de engañar, surgen monstruos. Entre ellos, monstruos políticos. La política de ahorro con la que Europa responde en este momento a la crisis financiera desencadenada por los bancos es percibida por los ciudadanos como una monstruosa injusticia. Son ellos quienes tienen que pagar con la moneda contante de su existencia por la ligereza con la que los bancos han pulverizado sumas inimaginables. Sin embargo, quienes se dedican a entender al capital, los hermeneutas de los monstruos, han desarrollado un lenguaje curiosamente terapéutico. Los mercados son “tímidos” como cervatos, afirman. No se dejan “engañar”. Pero los verdugos económicos, denominados “agencias de calificación de riesgos”, que también rinden tributo a la religión terrenal de la maximización del beneficio, basándose en las leyes del capitalismo del ego emiten juicios que alcanzan a Estados enteros en el corazón de su ser económico: a Italia, España o Grecia.
“Cada hombre tiene que convertirse en el mánager de su propio yo” (Schirrmacher). Ya ha pasado el tiempo en el que los empresarios eran empresarios y los trabajadores, trabajadores. Ahora, en el nivel del capitalismo del ego, ha surgido la nueva figura social del “empresario de sí mismo”: es decir, el empresario descarga la coerción de autoexplotación y autoopresión sobre el individuo, que tiene que aceptar con entusiasmo esta situación, porque ese es el hombre enteramente nuevo que ha nacido en el nuevo mundo feliz del trabajo. El empresario de sí mismo acaba siendo el “cubo de la basura” de los problemas irresueltos de todas las instituciones.
Y, sin embargo, la “individualización”, entendida en un sentido sociológico, es mucho más que eso, es “individualismo institucionalizado”. El proceso de individualización en este último sentido no se refiere únicamente a una ideología social, o a una forma de percepción del individuo, sino que hace referencia a instituciones centrales de la sociedad moderna, como los derechos civiles, políticos y sociales fundamentales, dirigidos todos ellos al individuo. De ahí surge una generación global, interconectada de forma transnacional, que ha de ensayar cómo volver a armonizar individualismo y moral social y cómo conjugar la libertad de arbitrio y la individualidad con una existencia orientada a los otros.
Muchos jóvenes ya no están dispuestos a ser soldados en la ejecución de las instrucciones jerárquicas en las organizaciones sociales, ni a renunciar a tener voz propia siendo previsibles peones de un partido. Antes al contrario, las instituciones —sindicatos, partidos políticos, iglesias— se convierten en jinetes sin caballos. La agitación anticapitalista que existe en el mundo probablemente tenga que ver con ambas cosas: el choque de la individualización de los derechos fundamentales con la mercadotecnia del yo que sigue reglas económicas transparentes.
El riesgo de colapso, cada vez más palpable, también ha despertado el sueño de una nueva Europa.
Vivimos en una época en la que ha ocurrido algo que hasta no hace mucho parecía inimaginable, esto es: que los fundamentos del capitalismo global —antes considerado racional, pero que ha terminado siendo irracional— se han hecho completamente políticos, es decir, cuestionables, e incluso políticamente modificables. Existen versiones radicalmente distintas del futuro de Occidente, donde entretanto tiene lugar casi una guerra fría civil: ¿se quiere un capitalismo regulable, que busque un equilibrio con los movimientos sociales y esté abierto a las cuestiones del clima, o se apuesta por la autorregulación del capitalismo globalizado del ego y por más intervenciones militares, de modo que se intente mantener la cohesión nacional aplicando el esquema de amigo/enemigo? Ese es el núcleo del conflicto.
Los riesgos globales son una especie de recordatorio colectivo forzoso de que el potencial de aniquilación al que nos hemos expuesto incluye nuestras decisiones y nuestros errores. Estas impregnan todos los ámbitos de la vida, pero al mismo tiempo abren nuevas oportunidades de transformación del mundo. Es la paradoja en virtud de la cual los riesgos globales dan aliento a la acción. En ello estriba la opción europea: plantear sistemáticamente la pregunta de qué alternativas hay al capitalismo digital del ego. La pregunta de cómo, mediante una Europa distinta, es posible más libertad, más seguridad social y más democracia.
Ulrich Beck es sociólogo y profesor
de la London School of Economics y de la Universidad de Harvard. Su
último libro publicado en España es Una Europa alemana, Paidós 2012.
Traducción de Jesús Alborés Rey.
La Unidad de Innovación del Clínico desarrolla una aplicación móvil dedicada al Asma Infantil
La Unidad de Innovación del
Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos ha
desarrollado, junto al Servicio de Pediatría del mismo centro, la
primera aplicación sanitaria para niños con asma denominada ASTHMA
BEATING KIDS, que de momento se pueden ejecutar en los dispositivos iPad
y iPhone.
Madrid 25/02/2013
La
Unidad de Innovación informó que la aplicación dispone de material
educativo adaptado para niños y adolescentes, dividido en cinco módulos
de contenidos, en inglés y castellano. Como estrategia de refuerzo en el
aprendizaje, se tomó la gamificación como elemento diferenciador frente
a otras iniciativas similares, combinado puzzles, crucigramas y otros
juegos como sopas de letras y pictogramas. Asmín y Asmina son los
avatares que guían al niño por esta divertida aventura que ayuda a
conocer el Asma Infantil: en qué consiste, por qué se origina, cómo
convivir con ella, y mucho más.
El
Dr. German Seara, pediatra del Clínico San Carlos y coordinador
científico de esta iniciativa, afirma que "desde el punto de vista
clínico este proyecto de formación para los pacientes, surge de la
necesidad de que niños y familias puedan acceder de forma sencilla a los
conocimientos necesarios para afrontar su enfermedad". Por otro lado
les ayuda a reconocer los síntomas más frecuentes, lo que les
proporciona más información ante la toma de decisiones en momentos
críticos. Todos los contenidos didácticos, médicos e ilustraciones
fueron generados desde el Servicio de Pediatría del Hospital Clínico San
Carlos de Madrid, y supervisados por la Unidad de Innovación del
Instituto de Investigación Sanitaria del HCSC.
Esta
aplicación, que es gratuíta, fue desarrollada con la colaboración de
MediaNet Software, una empresa española fundada en 1995 y especializada
en servicios de consultoría tecnológica y desarrollo de software a
medida, que actualmente está trabajando activamente con la Unidad de
Innovación del Clínico San Carlos para desarrollar nuevas aplicaciones
móviles sanitarias en distintas especialidades médicas.
jueves, 21 de febrero de 2013
Fenin pondrá en marcha una plataforma online para promover la colaboración y la innovación tecnológica
JUNTO AL COLEGIO DE MÉDICOS DE BARCELONA
“Es necesario buscar nuevas fórmulas de negocio”
Jueves, 21 de febrero de 2013, a las 17:02
Redacción. Barcelona
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), a través de su Plataforma de Innovación, en colaboración con el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, ha anunciado que trabaja en la puesta en marcha de Medintech, un espacio online dirigido a promover las relaciones de partenariado e impulsar la innovación tecnológica en salud a nivel nacional.
Según han explicado desde Fenin, “en el contexto económico actual, el
esfuerzo inversor debe ir de la mano de nuevas acciones de cooperación y
transferencia tecnológica capaces de garantizar la supervivencia
empresarial y aumentar su competitividad en el mercado, cada día más
inestable y competitivo”.
En este sentido, el presidente de la Comisión de Innovación de Fenin, Jordi Pujol, ha resaltado que “la experiencia confirma la necesidad de nuevas fórmulas de negocio que permitan incrementar la inversión en innovación, mejorar la eficiencia sin que entre en riesgo la calidad de las prestaciones, optimizar la productividad e introducir indicadores para medir los resultados en salud”.
Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria
Fenin ha aprovechado la presentación en Cataluña de su Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria para anunciar la próxima aparición de Medintech. Según este estudio, que ya fue presentado hace unos meses en Madrid, el gasto medio en innovación de las empresas del sector se sitúa en el 9,5 por ciento. Además, solo Cataluña concentra el 35 por ciento de las compañías que innovan en el sector, seguido por Madrid, el País Vasco y la Comunidad Valenciana.
Además, según revela el estudio, esta apuesta por la I+D+i es mucho más evidente entre las pymes, quienes concentran el 85,5 por ciento de la investigación en innovación tecnológica desarrollada en España. Aprender a innovar es clave para ser competitito y posicionarse estratégicamente en el mercado, tal y como defiende Jordi Pujol. En su opinión, “innovar con éxito y vender en los mercados exteriores es de enorme importancia para asegurar el desarrollo de las empresas, especialmente en momentos de crisis con fuerte retroceso de la demanda interna”.
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), a través de su Plataforma de Innovación, en colaboración con el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, ha anunciado que trabaja en la puesta en marcha de Medintech, un espacio online dirigido a promover las relaciones de partenariado e impulsar la innovación tecnológica en salud a nivel nacional.
De izquierda a derecha: Ángel Lanuza, coordinador de la Plataforma
de Innovación en Tecnología Sanitaria; Jordi Pujol, presidente de la
Comisión de Innovación de Fenin; Margarita Alfonsel, secretaria general
de Fenin; José Luis Fernández, presidente de Fenin Catalunya; Roser
Fernández, secretaria general del Departament de Salut; y Jaume Aubia,
director gerente del Colegio de Médicos de Barcelona.
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En este sentido, el presidente de la Comisión de Innovación de Fenin, Jordi Pujol, ha resaltado que “la experiencia confirma la necesidad de nuevas fórmulas de negocio que permitan incrementar la inversión en innovación, mejorar la eficiencia sin que entre en riesgo la calidad de las prestaciones, optimizar la productividad e introducir indicadores para medir los resultados en salud”.
Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria
Fenin ha aprovechado la presentación en Cataluña de su Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria para anunciar la próxima aparición de Medintech. Según este estudio, que ya fue presentado hace unos meses en Madrid, el gasto medio en innovación de las empresas del sector se sitúa en el 9,5 por ciento. Además, solo Cataluña concentra el 35 por ciento de las compañías que innovan en el sector, seguido por Madrid, el País Vasco y la Comunidad Valenciana.
Además, según revela el estudio, esta apuesta por la I+D+i es mucho más evidente entre las pymes, quienes concentran el 85,5 por ciento de la investigación en innovación tecnológica desarrollada en España. Aprender a innovar es clave para ser competitito y posicionarse estratégicamente en el mercado, tal y como defiende Jordi Pujol. En su opinión, “innovar con éxito y vender en los mercados exteriores es de enorme importancia para asegurar el desarrollo de las empresas, especialmente en momentos de crisis con fuerte retroceso de la demanda interna”.
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The age of wearable computers is upon us.
There has recently been a slew of media attention to the possibility of an Apple Watch, and the soon to be released Google Glass.
For those not familiar with the Google Glass Project, it is essentially a wearable device that mimics eyeglasses.
The hardware includes Wifi and Bluetooth capabilities (can work with Android and iOS devices), cameras, voice-activation commands, and a heads-up display.
This device will find many uses with the general populace, but what about the healthcare field, what does it mean for medicine?
Imagine several medical scenarios using Google Glass:
I want to be able to walk into a room, and bring up a patient’s EHR, their recent labs, see their medication list, and see what changed from the previous night or visit. I want the most recent data. I want the ability to be in a room and share my interaction with students or fellow practitioners should I need their input.
What if there is a wound the patient brings to my attention? What if I could share it with a fellow dermatologist and get their immediate input? They could tell me to look at it from different angles and what maneuvers to perform to help them build a better idea. Indeed, telemedicine could be changed in a major way.
However, this cannot happen without our input. We need to become a part of the developmental process. Developers need our advice and critiques to create technological marvels that will bring us into the 21st century. Just as we have seen mobile medical applications created by third party developers that have no medical background, and expect us to consume their product — we should not be blocked out of this process as well.
Google’s Glass Youtube video demonstrates people dancing, skydiving, and playing with their children. But where is video showing how this can help medicine? We need to give Google an answer, and let them know that we want to be part of this development. Let them know with the hashtag on twitter: #ifihadglass. And leave a comment with how you would use Google Glass in medicine.