Abián Bentor Socorro Leránoz
Investigador en formación en la Universidad Pública de Navarra
Ahora que
ya estoy capacitado para decir que soy un máster “del universo” en ingeniería
biomédica, se me ha quedado una pequeña gran espina clavada, la cual sigue
dándome ciertos quebraderos de cabeza. Básicamente, se trata de encontrar
respuesta a la pregunta “¿Lo estamos haciendo bien en la manera que enfocamos
la sanidad en España?”
Mis
elucubraciones han ido cada vez a más desde que he visto en el diario “El Mundo” una
noticia de septiembre de este mismo año, en la que se repasan las conclusiones
del “IX Informe sobre los servicios sanitarios de las comunidades autónomas”. En
este informe se valoran aspectos de relevancia en un sistema sanitario como
número de camas, médicos por cada 1000 habitantes o gasto sanitario por barba. Por
resumir un poco, dichas conclusiones se resumen en 2 losas difíciles de
levantar, ni siquiera practicando sokatira en categoría profesional:
1.
Hay una gran disparidad entre las relaciones calidad/servicio
de las comunidades autónomas (CCAA) en España, siendo Navarra y País Vasco las
que mejor ratio tienen y Madrid y Valencia las que peor.
2.
La actual
coyuntura de recortes en nuestro país no hace más que agudizar las diferencias existentes
entre CCAA. Cosa obvia, en principio, ya que si ya de por sí no se podía hacer
mucho por salvar estas diferencias, ahora menos.
Suponiendo
que esto sea así, es lógico que el portavoz de la Federación de Asociaciones
para la Defensa de la Sanidad Pública, autora del informe, haya tachado esta
diferencia de "desorbitada" y de "poco razonable". Pero
además, profundizando un poco, si Europa recomienda 7,5 camas por cada 1000
habitantes, ninguna CA en España llega a la mitad y tampoco llegamos al 1,5 en
el ratio de médicos de primaria frente a especializada. Se dice, por último,
que no se han tenido en cuenta los datos de 2011 a la hora de realizar el
informe. Y menos mal, porque me da que la cosa sería aún más gorda.
A favor de
este revuelo encontramos, además, la eterna disputa entre sanidad pública y
privada. Está claro que la disponibilidad, lista de espera, servicios,
maquinaria, financiación, etc está mucho más cuidada en la sanidad privada. En
mi opinión, se trata de un tema de disponibilidad económica… Se supone que el
sistema nacional de salud (SNS) es de todos, es algo público y, precisamente
por esto, debiera de ser algo que estuviera más cuidado y con prestaciones
similares, bien sea en hospitales públicos o privados. Si se quiere una sanidad universal, lo lógico sería ser capaces de
ofrecer servicios por igual a todos los ciudadanos y no discriminarlos por
“disponibilidad”.
Sin embargo, a pesar de las alarmas anteriores, resulta
que seguimos estando a la cabeza, a
nivel mundial en gestión y en prestaciones ofrecidas en nuestro sistema
sanitario. No en vano, en 2010 éramos el tercer país del mundo en sanidad.
Así que todo el mundo mira cómo se están haciendo las cosas en España, porque
la longevidad que conseguimos es relativamente alta, tenemos buenos servicios y
de calidad y llegamos a todo el mundo que quiera puede estar atendido. Bueno,
esto era hasta ahora. Por fín. Ya era hora de evitar tanto mangoneo…
Desde mi propia experiencia como principiante en
el tema, os diré que, gracias al Máster Universitario en
Ingeniería Biomédica que he
cursado y a opiniones de médicos, residentes y aprendices de otros lugares de
España, he podido ver que las tecnologías que existen a día de hoy para procesar
imágenes y señales biomédicas y la instrumentación usada en los hospitales son
punteras o, como mínimo, buenas. Sin embargo, sus médicos ya no saben qué hacer
para que se les haga caso y conseguir
mayor financiación, mayor número de profesionales, camas y medicamentos o pedir
que la gestión vaya mejor, sobre todo el reducción de las listas de espera
(desesperante) y en inversión en equipamiento de diagnóstico/terapia de
precisión.
Viendo todo este panorama, como mínimo, uno se descoloca.
Por un lado, hay encuestas nos ponen, con perdón de la expresión, “de culo,
cuesta abajo y sin frenos”. Por otro lado, el mundo mira con interés cómo se
están haciendo las cosas en España. Y por otro, los que realmente saben lo que
está pasando dividen su argumentación en función de los adjetivos “público” y
“privado”. Además, en cuanto a los casos de Valencia y Madrid, las cifras que
se dan serán malas, pero sin embargo, hay hospitales de referencia a nivel
nacional e internacional, como el Gregorio Marañón, el 12 de Octubre o la Fé. Quizás
la gestión no sea tan “fácil” como, todo hay que verlo, las ciudades pequeñas
del País Vasco y Navarra, pero sí que hay buenos hospitales y punteros en
investigación y tratamientos (recordemos que somos punteros en cirugía estética
y cardiovascular y que fuimos de los primeros en reconstruir totalmente una
cara). Otra cosa es que haya decisiones, principalmente de calado político, que
no estén en concordancia con lo que realmente está haciendo falta. ¿En qué quedamos, entonces?
Vengan de donde vengan las encuestas realizadas y
las diferentes opiniones, está claro que nunca va a llover a gusto de todos. Pero
si a nivel internacional se nos está considerando y aquí, aunque nos quejemos,
vamos medianamente bien y la gente no se nos muere de camino al hospital, creo
que lo que habría que hacer es trabajar e incentivar que el entramado sanitario
en nuestro país fuera un pilar fundamental de nuestra economía. Muchas
acciones, principalmente las económicas, podrían venir desde la política. Pero
claro, los aludidos no estarían de acuerdo porque no va en beneficio de sus
bolsillos personales. Sin embargo, juntos,
medicina e ingeniería podríamos comenzar ese proceso de mejora ostensible
en la calidad de nuestro sistema
sanitario.
En las siguientes líneas esbozo alguna cosa que
se podría hacer, desde mi punto de vista, para mejorar esta situación.
Tras las visitas realizadas en
el contexto del mencionado máster, me ha quedado bastante claro que los médicos consideran crucial estar a la
vanguardia de las técnicas de actuación sobre los pacientes. Debe de ser frustrante
ver que te estás jugando la salud o la vida de una persona por no usar
tecnología puntera o, al menos, mínimamente suficiente para poder diagnosticar
o actuar con precisión. Aquí hay que conjugar, obligatoriamente, el verbo
“invertir”. Invertir sobre todo públicamente, ya que la sanidad privada ya
tiene quién la pague. Y pensar que si no se puede adquirir un equipo de alta
tecnología para cada hospital, se pueden poner fondos comunes para poder
tenerlo para varios. En mi opinión, muchas de las no-inversiones que se están
realizando son debidas a que todos queremos tener de todo. ¿Por qué no hacer,
de una vez, un plan nacional de salud,
donde pongamos todo el potencial de la sanidad en España y dispongamos de
equipamiento bueno entre todos? Pero claro, esto no depende de los ingenieros y
médicos…
Otra de las frases típicas de un
hospital, en palabras de los facultativos, es: “bastante trabajo tenemos con
tratar de curar a la gente”. Es verdad que tienen que estar al tanto de las
nuevas tecnologías, pero ellos se dedican a curar, no a mirar catálogos de
equipamiento para ver qué compran. Son ellos los que saben lo que necesitan y
los ingenieros los encargados de dárselo. De nada sirve comprar un equipo de
último modelo de la marca X con todas las chorradas que pueda contener, si
luego, en la práctica diaria, no se va a usar porque es difícil de manejar o no
se interpretan correctamente sus resultados. Esto es dinero y tiempo perdido
para los contribuyentes y no responde a la necesidad creada. Por tanto, creo
que los ingenieros tendríamos que estar
al servicio de la demanda médica e ir directamente a los hospitales a hablar
con ellos. Y, en función de las necesidades, tratar de asesorar sobre lo
que puede convenir o no. Simplemente con uno o dos ingenieros/técnicos
encargados de la gestión y mantenimiento de equipos por disciplina o área bastaría,
ya que serían los encargados de dar entrada a lo estrictamente necesario. Se
gastan 2 nóminas, pero se gana en calidad de servicio y en costes a posteriori.
Pero es que además, esto es una pescadilla que se
muerde la cola. Y os pongo un ejemplo para ilustrarlo. Si en nuestra empresa vendemos
un producto que responda a unas necesidades reales del sistema sanitario y que,
además, tenga un adecuado servicio de mantenimiento, el hospital cliente va a ser
bueno en sus diagnósticos/pruebas/terapias y, además, será el primero en
pedirnos más productos para otros fines. Y, aunque sea por el boca a boca, los
resultados se irán pasando de hospital en hospital. Y eso repercutirá
positivamente en los beneficios de la empresa. Más incluso que si vendemos algo
que sea para “quitarnos el muerto” por ganar dinero y que luego se encierre en
el trastero. Tecnología fiable y
ajustada a las necesidades, con un coste razonable y un mantenimiento bueno de
los equipos. Esa es la base del negocio del instrumental médico.
Pero claro, las multinacionales
están de por medio. Es curioso ver cómo según qué contratos realizados con las
multinacionales son tan cerrados que únicamente se puede recurrir a ellas para
instalar y mantener los equipos, al coste que les dé la gana y pagando religiosamente
dietas, desplazamientos, mano de obra, etc, etc. Total para, posiblemente, según
el técnico que hemos contratado, tener que arreglar únicamente un cable o un
tornillo. En tono sarcástico, ¿esto no podría arreglarse llamando, por ejemplo,
al ferretero de la esquina? Si puede existir un arreglo que lo pueda hacer
cualquiera, ¿por qué ha de obligarse a acudir a las grandes empresas? Al
ferretero le va a dar igual la tecnología existente dentro del equipo.
Únicamente ajustará el tornillo y punto. Abramos
el mercado, que bastante ganan ya las multinacionales…
Y para incentivar más aún el emprendimiento,
existe una solución muy interesante basada en el lema: “inversión pública para beneficio público”. Aunque algunos no
quieran admitirlo, en la universidad pública española tenemos la suerte de poseer un
gran potencial investigador. Y también se pueden hacer cosas desde la
universidad, simplemente llamando a la gente adecuada. En concreto, se da el
caso de un grupo de investigadores de la Universidad Pública de Navarra que son
capaces de, por ejemplo, crear algoritmos que retiran el ruido que aparece en
las señales cerebrales del sueño, con el fin de tenerlas limpias a la hora de
procesarlas. Si luego se les aplica otro algoritmo de reconocimiento de patrones,
se podría discernir, de una tacada, un montón de anomalías existentes en las
señales cerebrales durante las fases del sueño, detectando así determinados patrones
de enfermedades. Y lo mejor es que se podría hacer en menos tiempo y más rápido
que el algoritmo propuesto por una multinacional que, básicamente, lo que hace
es parchear la versión anterior del software detector y decir que han
introducido mejoras, cuando en realidad no es así. Como consecuencia de ello, a
pesar de pasar el algoritmo de detección de eventos por los registros de las
señales de sueño, los médicos se ven obligados a meter horas para corregir los
posibles fallos de detección durante el registro y hacer los informes
pertinentes. Por supuesto, sin el más mínimo apoyo, ya que adquirieron en su
día ese equipo y se deben a la empresa que se lo vendió. Y allá películas... Lamentable.
En este caso, la solución pasaría por, simplemente, realizar una inversión en la universidad (educación) y sacar una
empresa que se dedicara a mejorar este tipo de algoritmos para ahorrar tiempo y
dinero a los médicos que pagamos mes a mes. Seguro que así, los costes se
reducirían, ya que sería “inversión pública para un bien público”. Pero, ¿a
quién corresponde decidir esto? Ya sabemos que la inversión a largo no es un
fuerte en España… Igual va siendo hora de re-planteárselo.
En definitiva, ¿lo estamos haciendo bien? Hombre,
pues somos los terceros del mundo, pero he querido hacer ver formas de intentar
alcanzar el primer puesto. Y qué casualidad que la cosa se reduzca o, al menos,
comience por invertir un poco más en sanidad y educación y en hacer las cosas
bien para que los colosos no se aprovechen de su prestigio, por supuesto,
innegable. No soy economista ni pretendo tirar por tierra el trabajo de nadie,
pero desde mi punto de vista de ciudadano medianamente especializado, hay
errores que podrían subsanarse, sin más que haciendo las cosas como hay que
hacerlas, y simplemente explotando los buenos recursos existentes en el país.
Finalmente, quisiera comentar que estoy empezando
en este mundo de la ingeniería biomédica y que, posiblemente, la cosa sea
bastante más compleja que lo que yo la estoy pintando. La teoría es muy fácil y
la práctica es otra cosa. Simplemente quería dar mi punto de vista actual sobre
cómo está la sanidad en España y dar algunas pinceladas de lo que se podría
hacer si TODO EL MUNDO arrimamos el hombro. Por supuesto, sean bienvenidas
todas las opiniones al respecto, ya que así nos haremos idea de cómo está el
SNS actualmente y de las mejoras que podríamos llevar a cabo. Yo me subo al
carro de apostar por una sanidad pública (la privada parece que lo es…)
sobresaliente en España. ¿Alguien más?
Besos y abrazos!! ;)
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