domingo, 28 de octubre de 2012

¿Lo estamos haciendo bien en sanidad?

Abián Bentor Socorro Leránoz

Abián Bentor Socorro Leránoz

Investigador en formación en la Universidad Pública de Navarra

              Ahora que ya estoy capacitado para decir que soy un máster “del universo” en ingeniería biomédica, se me ha quedado una pequeña gran espina clavada, la cual sigue dándome ciertos quebraderos de cabeza. Básicamente, se trata de encontrar respuesta a la pregunta “¿Lo estamos haciendo bien en la manera que enfocamos la sanidad en España?”

Mis elucubraciones han ido cada vez a más desde que he visto en el diario “El Mundo” una noticia de septiembre de este mismo año, en la que se repasan las conclusiones del “IX Informe sobre los servicios sanitarios de las comunidades autónomas”. En este informe se valoran aspectos de relevancia en un sistema sanitario como número de camas, médicos por cada 1000 habitantes o gasto sanitario por barba. Por resumir un poco, dichas conclusiones se resumen en 2 losas difíciles de levantar, ni siquiera practicando sokatira en categoría profesional:

1.       Hay una gran disparidad entre las relaciones calidad/servicio de las comunidades autónomas (CCAA) en España, siendo Navarra y País Vasco las que mejor ratio tienen y Madrid y Valencia las que peor.

2.       La actual coyuntura de recortes en nuestro país no hace más que agudizar las diferencias existentes entre CCAA. Cosa obvia, en principio, ya que si ya de por sí no se podía hacer mucho por salvar estas diferencias, ahora menos.

Suponiendo que esto sea así, es lógico que el portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, autora del informe, haya tachado esta diferencia de "desorbitada" y de "poco razonable". Pero además, profundizando un poco, si Europa recomienda 7,5 camas por cada 1000 habitantes, ninguna CA en España llega a la mitad y tampoco llegamos al 1,5 en el ratio de médicos de primaria frente a especializada. Se dice, por último, que no se han tenido en cuenta los datos de 2011 a la hora de realizar el informe. Y menos mal, porque me da que la cosa sería aún más gorda.


A favor de este revuelo encontramos, además, la eterna disputa entre sanidad pública y privada. Está claro que la disponibilidad, lista de espera, servicios, maquinaria, financiación, etc está mucho más cuidada en la sanidad privada. En mi opinión, se trata de un tema de disponibilidad económica… Se supone que el sistema nacional de salud (SNS) es de todos, es algo público y, precisamente por esto, debiera de ser algo que estuviera más cuidado y con prestaciones similares, bien sea en hospitales públicos o privados. Si se quiere una sanidad universal, lo lógico sería ser capaces de ofrecer servicios por igual a todos los ciudadanos y no discriminarlos por “disponibilidad”.
 
 
Sin embargo, a pesar de las alarmas anteriores, resulta que seguimos estando a la cabeza, a nivel mundial en gestión y en prestaciones ofrecidas en nuestro sistema sanitario. No en vano, en 2010 éramos el tercer país del mundo en sanidad. Así que todo el mundo mira cómo se están haciendo las cosas en España, porque la longevidad que conseguimos es relativamente alta, tenemos buenos servicios y de calidad y llegamos a todo el mundo que quiera puede estar atendido. Bueno, esto era hasta ahora. Por fín. Ya era hora de evitar tanto mangoneo…

Desde mi propia experiencia como principiante en el tema, os diré que, gracias al Máster Universitario en Ingeniería Biomédica que he cursado y a opiniones de médicos, residentes y aprendices de otros lugares de España, he podido ver que las tecnologías que existen a día de hoy para procesar imágenes y señales biomédicas y la instrumentación usada en los hospitales son punteras o, como mínimo, buenas. Sin embargo, sus médicos ya no saben qué hacer para que se les haga caso y conseguir mayor financiación, mayor número de profesionales, camas y medicamentos o pedir que la gestión vaya mejor, sobre todo el reducción de las listas de espera (desesperante) y en inversión en equipamiento de diagnóstico/terapia de precisión.


Viendo todo este panorama, como mínimo, uno se descoloca. Por un lado, hay encuestas nos ponen, con perdón de la expresión, “de culo, cuesta abajo y sin frenos”. Por otro lado, el mundo mira con interés cómo se están haciendo las cosas en España. Y por otro, los que realmente saben lo que está pasando dividen su argumentación en función de los adjetivos “público” y “privado”. Además, en cuanto a los casos de Valencia y Madrid, las cifras que se dan serán malas, pero sin embargo, hay hospitales de referencia a nivel nacional e internacional, como el Gregorio Marañón, el 12 de Octubre o la Fé. Quizás la gestión no sea tan “fácil” como, todo hay que verlo, las ciudades pequeñas del País Vasco y Navarra, pero sí que hay buenos hospitales y punteros en investigación y tratamientos (recordemos que somos punteros en cirugía estética y cardiovascular y que fuimos de los primeros en reconstruir totalmente una cara). Otra cosa es que haya decisiones, principalmente de calado político, que no estén en concordancia con lo que realmente está haciendo falta.  ¿En qué quedamos, entonces?

Vengan de donde vengan las encuestas realizadas y las diferentes opiniones, está claro que nunca va a llover a gusto de todos. Pero si a nivel internacional se nos está considerando y aquí, aunque nos quejemos, vamos medianamente bien y la gente no se nos muere de camino al hospital, creo que lo que habría que hacer es trabajar e incentivar que el entramado sanitario en nuestro país fuera un pilar fundamental de nuestra economía. Muchas acciones, principalmente las económicas, podrían venir desde la política. Pero claro, los aludidos no estarían de acuerdo porque no va en beneficio de sus bolsillos personales. Sin embargo, juntos, medicina e ingeniería podríamos comenzar ese proceso de mejora ostensible en  la calidad de nuestro sistema sanitario.

En las siguientes líneas esbozo alguna cosa que se podría hacer, desde mi punto de vista, para mejorar esta situación.

                Tras las visitas realizadas en el contexto del mencionado máster, me ha quedado bastante claro que los médicos consideran crucial estar a la vanguardia de las técnicas de actuación sobre los pacientes. Debe de ser frustrante ver que te estás jugando la salud o la vida de una persona por no usar tecnología puntera o, al menos, mínimamente suficiente para poder diagnosticar o actuar con precisión. Aquí hay que conjugar, obligatoriamente, el verbo “invertir”. Invertir sobre todo públicamente, ya que la sanidad privada ya tiene quién la pague. Y pensar que si no se puede adquirir un equipo de alta tecnología para cada hospital, se pueden poner fondos comunes para poder tenerlo para varios. En mi opinión, muchas de las no-inversiones que se están realizando son debidas a que todos queremos tener de todo. ¿Por qué no hacer, de una vez, un plan nacional de salud, donde pongamos todo el potencial de la sanidad en España y dispongamos de equipamiento bueno entre todos? Pero claro, esto no depende de los ingenieros y médicos…

                Otra de las frases típicas de un hospital, en palabras de los facultativos, es: “bastante trabajo tenemos con tratar de curar a la gente”. Es verdad que tienen que estar al tanto de las nuevas tecnologías, pero ellos se dedican a curar, no a mirar catálogos de equipamiento para ver qué compran. Son ellos los que saben lo que necesitan y los ingenieros los encargados de dárselo. De nada sirve comprar un equipo de último modelo de la marca X con todas las chorradas que pueda contener, si luego, en la práctica diaria, no se va a usar porque es difícil de manejar o no se interpretan correctamente sus resultados. Esto es dinero y tiempo perdido para los contribuyentes y no responde a la necesidad creada. Por tanto, creo que los ingenieros tendríamos que estar al servicio de la demanda médica e ir directamente a los hospitales a hablar con ellos. Y, en función de las necesidades, tratar de asesorar sobre lo que puede convenir o no. Simplemente con uno o dos ingenieros/técnicos encargados de la gestión y mantenimiento de equipos por disciplina o área bastaría, ya que serían los encargados de dar entrada a lo estrictamente necesario. Se gastan 2 nóminas, pero se gana en calidad de servicio y en costes a posteriori.

Pero es que además, esto es una pescadilla que se muerde la cola. Y os pongo un ejemplo para ilustrarlo. Si en nuestra empresa vendemos un producto que responda a unas necesidades reales del sistema sanitario y que, además, tenga un adecuado servicio de mantenimiento, el hospital cliente va a ser bueno en sus diagnósticos/pruebas/terapias y, además, será el primero en pedirnos más productos para otros fines. Y, aunque sea por el boca a boca, los resultados se irán pasando de hospital en hospital. Y eso repercutirá positivamente en los beneficios de la empresa. Más incluso que si vendemos algo que sea para “quitarnos el muerto” por ganar dinero y que luego se encierre en el trastero. Tecnología fiable y ajustada a las necesidades, con un coste razonable y un mantenimiento bueno de los equipos. Esa es la base del negocio del instrumental médico.

                Pero claro, las multinacionales están de por medio. Es curioso ver cómo según qué contratos realizados con las multinacionales son tan cerrados que únicamente se puede recurrir a ellas para instalar y mantener los equipos, al coste que les dé la gana y pagando religiosamente dietas, desplazamientos, mano de obra, etc, etc. Total para, posiblemente, según el técnico que hemos contratado, tener que arreglar únicamente un cable o un tornillo. En tono sarcástico, ¿esto no podría arreglarse llamando, por ejemplo, al ferretero de la esquina? Si puede existir un arreglo que lo pueda hacer cualquiera, ¿por qué ha de obligarse a acudir a las grandes empresas? Al ferretero le va a dar igual la tecnología existente dentro del equipo. Únicamente ajustará el tornillo y punto. Abramos el mercado, que bastante ganan ya las multinacionales…

Y para incentivar más aún el emprendimiento, existe una solución muy interesante basada en el lema: “inversión pública para beneficio público”. Aunque algunos no quieran admitirlo, en la universidad pública española tenemos la suerte de poseer un gran potencial investigador. Y también se pueden hacer cosas desde la universidad, simplemente llamando a la gente adecuada. En concreto, se da el caso de un grupo de investigadores de la Universidad Pública de Navarra que son capaces de, por ejemplo, crear algoritmos que retiran el ruido que aparece en las señales cerebrales del sueño, con el fin de tenerlas limpias a la hora de procesarlas. Si luego se les aplica otro algoritmo de reconocimiento de patrones, se podría discernir, de una tacada, un montón de anomalías existentes en las señales cerebrales durante las fases del sueño, detectando así determinados patrones de enfermedades. Y lo mejor es que se podría hacer en menos tiempo y más rápido que el algoritmo propuesto por una multinacional que, básicamente, lo que hace es parchear la versión anterior del software detector y decir que han introducido mejoras, cuando en realidad no es así. Como consecuencia de ello, a pesar de pasar el algoritmo de detección de eventos por los registros de las señales de sueño, los médicos se ven obligados a meter horas para corregir los posibles fallos de detección durante el registro y hacer los informes pertinentes. Por supuesto, sin el más mínimo apoyo, ya que adquirieron en su día ese equipo y se deben a la empresa que se lo vendió. Y allá películas... Lamentable. En este caso, la solución pasaría por, simplemente, realizar una inversión en la universidad (educación) y sacar una empresa que se dedicara a mejorar este tipo de algoritmos para ahorrar tiempo y dinero a los médicos que pagamos mes a mes. Seguro que así, los costes se reducirían, ya que sería “inversión pública para un bien público”. Pero, ¿a quién corresponde decidir esto? Ya sabemos que la inversión a largo no es un fuerte en España… Igual va siendo hora de re-planteárselo.
En definitiva, ¿lo estamos haciendo bien? Hombre, pues somos los terceros del mundo, pero he querido hacer ver formas de intentar alcanzar el primer puesto. Y qué casualidad que la cosa se reduzca o, al menos, comience por invertir un poco más en sanidad y educación y en hacer las cosas bien para que los colosos no se aprovechen de su prestigio, por supuesto, innegable. No soy economista ni pretendo tirar por tierra el trabajo de nadie, pero desde mi punto de vista de ciudadano medianamente especializado, hay errores que podrían subsanarse, sin más que haciendo las cosas como hay que hacerlas, y simplemente explotando los buenos recursos existentes en el país.


Finalmente, quisiera comentar que estoy empezando en este mundo de la ingeniería biomédica y que, posiblemente, la cosa sea bastante más compleja que lo que yo la estoy pintando. La teoría es muy fácil y la práctica es otra cosa. Simplemente quería dar mi punto de vista actual sobre cómo está la sanidad en España y dar algunas pinceladas de lo que se podría hacer si TODO EL MUNDO arrimamos el hombro. Por supuesto, sean bienvenidas todas las opiniones al respecto, ya que así nos haremos idea de cómo está el SNS actualmente y de las mejoras que podríamos llevar a cabo. Yo me subo al carro de apostar por una sanidad pública (la privada parece que lo es…) sobresaliente en España. ¿Alguien más?

             Besos y abrazos!! ;)

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