domingo, 26 de mayo de 2013
domingo, 17 de marzo de 2013
ACTUALIDAD
¿Es posible evolucionar nuestras empresas y
organizaciones de hoy hacia modelos Organizativos 2.0 o hacia el
concepto de empresa abierta?
Se trata de una pregunta que me hago con más frecuencia a medida que voy comprendiendo la esencia y las implicaciones que hay tras estos conceptos.
Pero no voy a disertar sobre los términos, no soy ni mucho menos la persona indicada, sencillamente os invito a que os leáis con detalle un interesante debate de hace más de dos años entre esta reflexión de Julen Iturbe Empresa abierta no es empresa 2.0 y la respuesta a la misma por parte de Amalio Rey Empresa 2.0 y Empresa abierta: conversando con Julen en ambos post podréis acceder a su vez a otros links que os llevarán a profundizar (si estáis interesados) en ambos conceptos.
La cuestión es si las organizaciones y empresas que en su gran mayoría hoy siguen operando de la misma forma que hace unos años, serán capaces de evolucionar sus modelos de gestión, pasando del modus operandi 1.0 al concepto de Organización 2.0, teniendo en cuenta que este modelo se caracteriza por una serie de atributos como: transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, capacidad conversadora y el espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)…
O, si serán capaces de llevar a cabo una apertura lo suficientemente grande como para que puedan pasar de su cerrazón actual a ser empresas abiertas con todas las implicaciones que esto conlleva: una empresa abierta representa una nueva forma de hacer gestión hasta el punto de que puede convertirse, o no, en una empresa. La empresa abierta es más un espacio donde se construye de manera colectiva el conocimiento y que pivota entorno al beneficio global más que al beneficio propio…
¿Es realmente posible desarrollar nuestra Organización tradicional hacia estas nuevas formas y modelos organizativos?
No nos llevemos a engaño, la distancia que separa la realidad que viven muchas de nuestras empresas y profesionales hoy con la realidad que representa la idea de la wikiempresa, empresa abierta y organización 2.0, se mide en años luz. Lo cierto es que, posible o imposible, realmente es necesario que se produzca esa evolución. La transformación organizativa hacia modelos 2.0, auspiciada por los cambios radicales de nuestro entorno ha dejado de ser un capricho para convertirse en una necesidad de negocio.
El camino hacia la Organización 2.0 requiere una mentalidad abierta.
Esta necesidad, por lo tanto, nos lleva a otra cuestión ¿cómo preparar a nuestros profesionales de cara a esta evolución? ¿Cómo flexibilizar su tradicional enfoque de las relaciones profesionales para habituarles al ecosistema organizativo 2.0?
Sabemos que nuestro entorno nos está dirigiendo irremediablemente a adaptar nuestra actividad como empresas y profesionales de una de forma diferente… más participativa, más colaborativa, más conectada, más innovadora, más ágil, más flexible, más informal…para hacer diferente necesitamos pensar de forma diferente
Para que una organización y sus profesionales piensen de forma diferente hay que generar y despertar inquietudes y modificar actitudes a través de la exposición a multitud de ideas e inputs. Una organización que quiera activar estas inquietudes y que aspire a que sus profesionales evolucionen hacia modelos de gestión 2.0, debería exponer a sus líderes, managers, y profesionales a un sinfín de ideas de diferentes disciplinas con el objetivo de que estos vayan progresivamente enriqueciendo su amplitud de miras, permeabilizándose ante nuevos conceptos y enfoques… una contaminación positiva que permitiría relajar el hermetismo conceptual y ampliar progresivamente sus horizontes… abrir su mente para poder desarrollarse y crecer en una empresa que cada vez será más flexible, más colaborativa, más participativa, más abierta…
Una diseminación de ideas que puede producirse por múltiples canales y donde la web social como entorno participativo y colaborativo puede ejercer como amplificador de las mismas. Una exposición que debería llevarse a cabo tanto de la mano de speakers e influencers externos a la empresa expertos en sus respectivas disciplinas, como a través de los propios profesionales de la organización quienes actuarían como conferenciantes antes sus colegas, managers, y líderes, distribuyendo sus propias inquietudes, e ideas en todo tipo de temáticas y materias…
Es incongruente querer evolucionar hacia un modelo 2.0 sin desarrollar la apertura mental de nuestros profesionales. Dirigirse hacia la Organización 2.0 requiere estar mentalmente abierto como profesional y como empresa.
Para hacer las cosas de una forma diferente… es preciso invitar a pensar de forma diferente, “out of the box”. Quizás, exponer a nuestros profesionales de forma frecuente, plural, abierta y multicanal ante ideas, conceptos y tendencias diferentes, diversas e inspiradoras sea una forma de preparar el terreno… la última cuestión es… ¿realmente queremos comenzar esa evolución hacia la gestión 2.0?
El mundo tal como lo hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar. Albert Einstein
inShare
Se trata de una pregunta que me hago con más frecuencia a medida que voy comprendiendo la esencia y las implicaciones que hay tras estos conceptos.
Pero no voy a disertar sobre los términos, no soy ni mucho menos la persona indicada, sencillamente os invito a que os leáis con detalle un interesante debate de hace más de dos años entre esta reflexión de Julen Iturbe Empresa abierta no es empresa 2.0 y la respuesta a la misma por parte de Amalio Rey Empresa 2.0 y Empresa abierta: conversando con Julen en ambos post podréis acceder a su vez a otros links que os llevarán a profundizar (si estáis interesados) en ambos conceptos.
La cuestión es si las organizaciones y empresas que en su gran mayoría hoy siguen operando de la misma forma que hace unos años, serán capaces de evolucionar sus modelos de gestión, pasando del modus operandi 1.0 al concepto de Organización 2.0, teniendo en cuenta que este modelo se caracteriza por una serie de atributos como: transparencia, participación, colaboración, innovación abierta en red, capacidad conversadora y el espíritu wiki (agilidad, informalidad, autenticidad, integridad, añadir valor genuino)…
O, si serán capaces de llevar a cabo una apertura lo suficientemente grande como para que puedan pasar de su cerrazón actual a ser empresas abiertas con todas las implicaciones que esto conlleva: una empresa abierta representa una nueva forma de hacer gestión hasta el punto de que puede convertirse, o no, en una empresa. La empresa abierta es más un espacio donde se construye de manera colectiva el conocimiento y que pivota entorno al beneficio global más que al beneficio propio…
¿Es realmente posible desarrollar nuestra Organización tradicional hacia estas nuevas formas y modelos organizativos?
No nos llevemos a engaño, la distancia que separa la realidad que viven muchas de nuestras empresas y profesionales hoy con la realidad que representa la idea de la wikiempresa, empresa abierta y organización 2.0, se mide en años luz. Lo cierto es que, posible o imposible, realmente es necesario que se produzca esa evolución. La transformación organizativa hacia modelos 2.0, auspiciada por los cambios radicales de nuestro entorno ha dejado de ser un capricho para convertirse en una necesidad de negocio.
El camino hacia la Organización 2.0 requiere una mentalidad abierta.
Esta necesidad, por lo tanto, nos lleva a otra cuestión ¿cómo preparar a nuestros profesionales de cara a esta evolución? ¿Cómo flexibilizar su tradicional enfoque de las relaciones profesionales para habituarles al ecosistema organizativo 2.0?
Sabemos que nuestro entorno nos está dirigiendo irremediablemente a adaptar nuestra actividad como empresas y profesionales de una de forma diferente… más participativa, más colaborativa, más conectada, más innovadora, más ágil, más flexible, más informal…para hacer diferente necesitamos pensar de forma diferente
Para que una organización y sus profesionales piensen de forma diferente hay que generar y despertar inquietudes y modificar actitudes a través de la exposición a multitud de ideas e inputs. Una organización que quiera activar estas inquietudes y que aspire a que sus profesionales evolucionen hacia modelos de gestión 2.0, debería exponer a sus líderes, managers, y profesionales a un sinfín de ideas de diferentes disciplinas con el objetivo de que estos vayan progresivamente enriqueciendo su amplitud de miras, permeabilizándose ante nuevos conceptos y enfoques… una contaminación positiva que permitiría relajar el hermetismo conceptual y ampliar progresivamente sus horizontes… abrir su mente para poder desarrollarse y crecer en una empresa que cada vez será más flexible, más colaborativa, más participativa, más abierta…
Una diseminación de ideas que puede producirse por múltiples canales y donde la web social como entorno participativo y colaborativo puede ejercer como amplificador de las mismas. Una exposición que debería llevarse a cabo tanto de la mano de speakers e influencers externos a la empresa expertos en sus respectivas disciplinas, como a través de los propios profesionales de la organización quienes actuarían como conferenciantes antes sus colegas, managers, y líderes, distribuyendo sus propias inquietudes, e ideas en todo tipo de temáticas y materias…
Es incongruente querer evolucionar hacia un modelo 2.0 sin desarrollar la apertura mental de nuestros profesionales. Dirigirse hacia la Organización 2.0 requiere estar mentalmente abierto como profesional y como empresa.
Para hacer las cosas de una forma diferente… es preciso invitar a pensar de forma diferente, “out of the box”. Quizás, exponer a nuestros profesionales de forma frecuente, plural, abierta y multicanal ante ideas, conceptos y tendencias diferentes, diversas e inspiradoras sea una forma de preparar el terreno… la última cuestión es… ¿realmente queremos comenzar esa evolución hacia la gestión 2.0?
El mundo tal como lo hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar. Albert Einstein
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jueves, 14 de marzo de 2013
lunes, 11 de marzo de 2013
Paolo Vanossi: El m-commerce se multiplicará por siete en Europa hasta los 19.000 millones de euros en 2018
Entrevista a Paolo Vanossi, vicepresidente para España e Italia de Madvertise.
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FUENTE | media-tics |
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lunes, 25 de febrero de 2013
El capitalismo del ego engendra monstruos
Nadie cree ya en nada, solo en lo que cada uno quiere: de ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos. La ceguera del Fausto digital ha dado origen a una crisis europea que cuestiona el núcleo del sistema
Sobre el homo oeconomicus,la ideología neoclásica o
neoliberal está todo dicho, si bien no por parte de todos. Ya el poeta
favorito de Alemania, Goethe, predijo en 1832 en su drama Fausto el
dominio universal del dinero… ¡Y en verso! Sin embargo, a comienzos del
siglo XXI tenemos que añadir algo esencial, nuevo y original: el Fausto
digital, o más exactamente: el atrevimiento y ceguera fáusticos del
capitalismo del ego.
Frank Schirrmacher, coeditor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, describe en su libro de reciente aparición, Ego, cómo la implantación de este “nuevo” egoísmo ha ido adquiriendo carácter normativo y, tras la guerra fría, ha sellado la victoria de la teoría de la elección racional hasta en los detalles más nimios del mundo de la vida; incluso en el alma digital del homo novus. Hasta el concepto sartriano de “mala fe” se queda demasiado corto, puesto que presupone la libertad de elección.
Los economistas afirman, naturalmente, lo de siempre: se trata solo de modelos. La del homo oeconomicus no es más que una hipótesis. Pero en el drama real, de desenlace abierto, en el que todos somos participantes y espectadores, víctimas y cómplices, lo que está en juego es cómo el homunculus oeconomicus —un ciborg, un androide, una figura artificial, a medio camino entre la máquina y el hombre— se ha escapado de los “laboratorios frankensteinianos de Wall Street”. Esa narración dramática también extrae su potencia de la brutal sencillez con la que se reacciona a la complejidad extrema del mundo: 1/0, sí/no, conectar/desconectar: es decir, los hombres actúan con códigos informáticos de acuerdo con las leyes de los economistas.
Nadie cree ya en nada, solo en lo que uno quiere. De ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos, de la que el mal se alimenta en todas partes. Aquí tenemos la paradoja: en un momento histórico en el que las instituciones del Estado de bienestar, los mercados financieros y la relación con el entorno natural sufren una crisis fundamental, surgen las “egomónadas”. Su funcionalidad no solo estriba en ocultar frente a otros las consecuencias de la propia acción. Más bien han de interpretarse como estrategias de evitación del riesgo en un mundo de riesgos globales: como una sociopatología del capitalismo del ego.
La crisis financiera y europea solo abre una primera perspectiva de esta ceguera del Fausto digital. Los mercados financieros no son más que los primeros mercados automatizados. Pero les seguirán otros. La comunicación social, los grandes datos, los servicios secretos, la manipulación de los consumidores, a quién se considera un terrorista, las universidades en la barahúnda reformista neoliberal, las relaciones amorosas digitalizadas, el choque de las religiones mundiales en el espacio digital, etcétera.
¿Qué tiene de novedoso el Fausto digital? En la Edad Media los alquimistas intentaban transformar en oro los metales innobles. Los actuales “alquimistas de los mercados” (Schirrmacher) transforman hipotecas tóxicas, de alto riesgo, en productos de primera clase, calificados con notas tan altas que incluso pueden ser adquiridos por los fondos de pensiones. ¿Puede uno comprar una casa sin dinero y gastar además un dinero inexistente? Sí, puede, replican los malabaristas financieros, esos neoalquimistas de bancos mundiales demasiado grandes para caer.
Ante nosotros se abre el nuevo mundo de la manipulación digital del alma. Innumerables agentes digitales, con frecuencia completamente estúpidos, están tan fascinados con sus ideas que no se dan cuenta en absoluto de cómo, a partir de los ingredientes de egoísmo, codicia y capacidad de engañar, surgen monstruos. Entre ellos, monstruos políticos. La política de ahorro con la que Europa responde en este momento a la crisis financiera desencadenada por los bancos es percibida por los ciudadanos como una monstruosa injusticia. Son ellos quienes tienen que pagar con la moneda contante de su existencia por la ligereza con la que los bancos han pulverizado sumas inimaginables. Sin embargo, quienes se dedican a entender al capital, los hermeneutas de los monstruos, han desarrollado un lenguaje curiosamente terapéutico. Los mercados son “tímidos” como cervatos, afirman. No se dejan “engañar”. Pero los verdugos económicos, denominados “agencias de calificación de riesgos”, que también rinden tributo a la religión terrenal de la maximización del beneficio, basándose en las leyes del capitalismo del ego emiten juicios que alcanzan a Estados enteros en el corazón de su ser económico: a Italia, España o Grecia.
“Cada hombre tiene que convertirse en el mánager de su propio yo” (Schirrmacher). Ya ha pasado el tiempo en el que los empresarios eran empresarios y los trabajadores, trabajadores. Ahora, en el nivel del capitalismo del ego, ha surgido la nueva figura social del “empresario de sí mismo”: es decir, el empresario descarga la coerción de autoexplotación y autoopresión sobre el individuo, que tiene que aceptar con entusiasmo esta situación, porque ese es el hombre enteramente nuevo que ha nacido en el nuevo mundo feliz del trabajo. El empresario de sí mismo acaba siendo el “cubo de la basura” de los problemas irresueltos de todas las instituciones.
Y, sin embargo, la “individualización”, entendida en un sentido sociológico, es mucho más que eso, es “individualismo institucionalizado”. El proceso de individualización en este último sentido no se refiere únicamente a una ideología social, o a una forma de percepción del individuo, sino que hace referencia a instituciones centrales de la sociedad moderna, como los derechos civiles, políticos y sociales fundamentales, dirigidos todos ellos al individuo. De ahí surge una generación global, interconectada de forma transnacional, que ha de ensayar cómo volver a armonizar individualismo y moral social y cómo conjugar la libertad de arbitrio y la individualidad con una existencia orientada a los otros.
Muchos jóvenes ya no están dispuestos a ser soldados en la ejecución de las instrucciones jerárquicas en las organizaciones sociales, ni a renunciar a tener voz propia siendo previsibles peones de un partido. Antes al contrario, las instituciones —sindicatos, partidos políticos, iglesias— se convierten en jinetes sin caballos. La agitación anticapitalista que existe en el mundo probablemente tenga que ver con ambas cosas: el choque de la individualización de los derechos fundamentales con la mercadotecnia del yo que sigue reglas económicas transparentes.
El riesgo de colapso, cada vez más palpable, también ha despertado el sueño de una nueva Europa.
Vivimos en una época en la que ha ocurrido algo que hasta no hace mucho parecía inimaginable, esto es: que los fundamentos del capitalismo global —antes considerado racional, pero que ha terminado siendo irracional— se han hecho completamente políticos, es decir, cuestionables, e incluso políticamente modificables. Existen versiones radicalmente distintas del futuro de Occidente, donde entretanto tiene lugar casi una guerra fría civil: ¿se quiere un capitalismo regulable, que busque un equilibrio con los movimientos sociales y esté abierto a las cuestiones del clima, o se apuesta por la autorregulación del capitalismo globalizado del ego y por más intervenciones militares, de modo que se intente mantener la cohesión nacional aplicando el esquema de amigo/enemigo? Ese es el núcleo del conflicto.
Los riesgos globales son una especie de recordatorio colectivo forzoso de que el potencial de aniquilación al que nos hemos expuesto incluye nuestras decisiones y nuestros errores. Estas impregnan todos los ámbitos de la vida, pero al mismo tiempo abren nuevas oportunidades de transformación del mundo. Es la paradoja en virtud de la cual los riesgos globales dan aliento a la acción. En ello estriba la opción europea: plantear sistemáticamente la pregunta de qué alternativas hay al capitalismo digital del ego. La pregunta de cómo, mediante una Europa distinta, es posible más libertad, más seguridad social y más democracia.
Frank Schirrmacher, coeditor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, describe en su libro de reciente aparición, Ego, cómo la implantación de este “nuevo” egoísmo ha ido adquiriendo carácter normativo y, tras la guerra fría, ha sellado la victoria de la teoría de la elección racional hasta en los detalles más nimios del mundo de la vida; incluso en el alma digital del homo novus. Hasta el concepto sartriano de “mala fe” se queda demasiado corto, puesto que presupone la libertad de elección.
Los economistas afirman, naturalmente, lo de siempre: se trata solo de modelos. La del homo oeconomicus no es más que una hipótesis. Pero en el drama real, de desenlace abierto, en el que todos somos participantes y espectadores, víctimas y cómplices, lo que está en juego es cómo el homunculus oeconomicus —un ciborg, un androide, una figura artificial, a medio camino entre la máquina y el hombre— se ha escapado de los “laboratorios frankensteinianos de Wall Street”. Esa narración dramática también extrae su potencia de la brutal sencillez con la que se reacciona a la complejidad extrema del mundo: 1/0, sí/no, conectar/desconectar: es decir, los hombres actúan con códigos informáticos de acuerdo con las leyes de los economistas.
Nadie cree ya en nada, solo en lo que uno quiere. De ahí se deriva la desconfianza de todos frente a todos, de la que el mal se alimenta en todas partes. Aquí tenemos la paradoja: en un momento histórico en el que las instituciones del Estado de bienestar, los mercados financieros y la relación con el entorno natural sufren una crisis fundamental, surgen las “egomónadas”. Su funcionalidad no solo estriba en ocultar frente a otros las consecuencias de la propia acción. Más bien han de interpretarse como estrategias de evitación del riesgo en un mundo de riesgos globales: como una sociopatología del capitalismo del ego.
La crisis financiera y europea solo abre una primera perspectiva de esta ceguera del Fausto digital. Los mercados financieros no son más que los primeros mercados automatizados. Pero les seguirán otros. La comunicación social, los grandes datos, los servicios secretos, la manipulación de los consumidores, a quién se considera un terrorista, las universidades en la barahúnda reformista neoliberal, las relaciones amorosas digitalizadas, el choque de las religiones mundiales en el espacio digital, etcétera.
¿Qué tiene de novedoso el Fausto digital? En la Edad Media los alquimistas intentaban transformar en oro los metales innobles. Los actuales “alquimistas de los mercados” (Schirrmacher) transforman hipotecas tóxicas, de alto riesgo, en productos de primera clase, calificados con notas tan altas que incluso pueden ser adquiridos por los fondos de pensiones. ¿Puede uno comprar una casa sin dinero y gastar además un dinero inexistente? Sí, puede, replican los malabaristas financieros, esos neoalquimistas de bancos mundiales demasiado grandes para caer.
Ante nosotros se abre el nuevo mundo de la manipulación digital del alma. Innumerables agentes digitales, con frecuencia completamente estúpidos, están tan fascinados con sus ideas que no se dan cuenta en absoluto de cómo, a partir de los ingredientes de egoísmo, codicia y capacidad de engañar, surgen monstruos. Entre ellos, monstruos políticos. La política de ahorro con la que Europa responde en este momento a la crisis financiera desencadenada por los bancos es percibida por los ciudadanos como una monstruosa injusticia. Son ellos quienes tienen que pagar con la moneda contante de su existencia por la ligereza con la que los bancos han pulverizado sumas inimaginables. Sin embargo, quienes se dedican a entender al capital, los hermeneutas de los monstruos, han desarrollado un lenguaje curiosamente terapéutico. Los mercados son “tímidos” como cervatos, afirman. No se dejan “engañar”. Pero los verdugos económicos, denominados “agencias de calificación de riesgos”, que también rinden tributo a la religión terrenal de la maximización del beneficio, basándose en las leyes del capitalismo del ego emiten juicios que alcanzan a Estados enteros en el corazón de su ser económico: a Italia, España o Grecia.
“Cada hombre tiene que convertirse en el mánager de su propio yo” (Schirrmacher). Ya ha pasado el tiempo en el que los empresarios eran empresarios y los trabajadores, trabajadores. Ahora, en el nivel del capitalismo del ego, ha surgido la nueva figura social del “empresario de sí mismo”: es decir, el empresario descarga la coerción de autoexplotación y autoopresión sobre el individuo, que tiene que aceptar con entusiasmo esta situación, porque ese es el hombre enteramente nuevo que ha nacido en el nuevo mundo feliz del trabajo. El empresario de sí mismo acaba siendo el “cubo de la basura” de los problemas irresueltos de todas las instituciones.
Y, sin embargo, la “individualización”, entendida en un sentido sociológico, es mucho más que eso, es “individualismo institucionalizado”. El proceso de individualización en este último sentido no se refiere únicamente a una ideología social, o a una forma de percepción del individuo, sino que hace referencia a instituciones centrales de la sociedad moderna, como los derechos civiles, políticos y sociales fundamentales, dirigidos todos ellos al individuo. De ahí surge una generación global, interconectada de forma transnacional, que ha de ensayar cómo volver a armonizar individualismo y moral social y cómo conjugar la libertad de arbitrio y la individualidad con una existencia orientada a los otros.
Muchos jóvenes ya no están dispuestos a ser soldados en la ejecución de las instrucciones jerárquicas en las organizaciones sociales, ni a renunciar a tener voz propia siendo previsibles peones de un partido. Antes al contrario, las instituciones —sindicatos, partidos políticos, iglesias— se convierten en jinetes sin caballos. La agitación anticapitalista que existe en el mundo probablemente tenga que ver con ambas cosas: el choque de la individualización de los derechos fundamentales con la mercadotecnia del yo que sigue reglas económicas transparentes.
El riesgo de colapso, cada vez más palpable, también ha despertado el sueño de una nueva Europa.
Vivimos en una época en la que ha ocurrido algo que hasta no hace mucho parecía inimaginable, esto es: que los fundamentos del capitalismo global —antes considerado racional, pero que ha terminado siendo irracional— se han hecho completamente políticos, es decir, cuestionables, e incluso políticamente modificables. Existen versiones radicalmente distintas del futuro de Occidente, donde entretanto tiene lugar casi una guerra fría civil: ¿se quiere un capitalismo regulable, que busque un equilibrio con los movimientos sociales y esté abierto a las cuestiones del clima, o se apuesta por la autorregulación del capitalismo globalizado del ego y por más intervenciones militares, de modo que se intente mantener la cohesión nacional aplicando el esquema de amigo/enemigo? Ese es el núcleo del conflicto.
Los riesgos globales son una especie de recordatorio colectivo forzoso de que el potencial de aniquilación al que nos hemos expuesto incluye nuestras decisiones y nuestros errores. Estas impregnan todos los ámbitos de la vida, pero al mismo tiempo abren nuevas oportunidades de transformación del mundo. Es la paradoja en virtud de la cual los riesgos globales dan aliento a la acción. En ello estriba la opción europea: plantear sistemáticamente la pregunta de qué alternativas hay al capitalismo digital del ego. La pregunta de cómo, mediante una Europa distinta, es posible más libertad, más seguridad social y más democracia.
Ulrich Beck es sociólogo y profesor
de la London School of Economics y de la Universidad de Harvard. Su
último libro publicado en España es Una Europa alemana, Paidós 2012.
Traducción de Jesús Alborés Rey.
La Unidad de Innovación del Clínico desarrolla una aplicación móvil dedicada al Asma Infantil
La Unidad de Innovación del
Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos ha
desarrollado, junto al Servicio de Pediatría del mismo centro, la
primera aplicación sanitaria para niños con asma denominada ASTHMA
BEATING KIDS, que de momento se pueden ejecutar en los dispositivos iPad
y iPhone.
Madrid 25/02/2013
La
Unidad de Innovación informó que la aplicación dispone de material
educativo adaptado para niños y adolescentes, dividido en cinco módulos
de contenidos, en inglés y castellano. Como estrategia de refuerzo en el
aprendizaje, se tomó la gamificación como elemento diferenciador frente
a otras iniciativas similares, combinado puzzles, crucigramas y otros
juegos como sopas de letras y pictogramas. Asmín y Asmina son los
avatares que guían al niño por esta divertida aventura que ayuda a
conocer el Asma Infantil: en qué consiste, por qué se origina, cómo
convivir con ella, y mucho más.
El
Dr. German Seara, pediatra del Clínico San Carlos y coordinador
científico de esta iniciativa, afirma que "desde el punto de vista
clínico este proyecto de formación para los pacientes, surge de la
necesidad de que niños y familias puedan acceder de forma sencilla a los
conocimientos necesarios para afrontar su enfermedad". Por otro lado
les ayuda a reconocer los síntomas más frecuentes, lo que les
proporciona más información ante la toma de decisiones en momentos
críticos. Todos los contenidos didácticos, médicos e ilustraciones
fueron generados desde el Servicio de Pediatría del Hospital Clínico San
Carlos de Madrid, y supervisados por la Unidad de Innovación del
Instituto de Investigación Sanitaria del HCSC.
Esta
aplicación, que es gratuíta, fue desarrollada con la colaboración de
MediaNet Software, una empresa española fundada en 1995 y especializada
en servicios de consultoría tecnológica y desarrollo de software a
medida, que actualmente está trabajando activamente con la Unidad de
Innovación del Clínico San Carlos para desarrollar nuevas aplicaciones
móviles sanitarias en distintas especialidades médicas.
jueves, 21 de febrero de 2013
Fenin pondrá en marcha una plataforma online para promover la colaboración y la innovación tecnológica
JUNTO AL COLEGIO DE MÉDICOS DE BARCELONA
“Es necesario buscar nuevas fórmulas de negocio”
Jueves, 21 de febrero de 2013, a las 17:02
Redacción. Barcelona
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), a través de su Plataforma de Innovación, en colaboración con el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, ha anunciado que trabaja en la puesta en marcha de Medintech, un espacio online dirigido a promover las relaciones de partenariado e impulsar la innovación tecnológica en salud a nivel nacional.
Según han explicado desde Fenin, “en el contexto económico actual, el
esfuerzo inversor debe ir de la mano de nuevas acciones de cooperación y
transferencia tecnológica capaces de garantizar la supervivencia
empresarial y aumentar su competitividad en el mercado, cada día más
inestable y competitivo”.
En este sentido, el presidente de la Comisión de Innovación de Fenin, Jordi Pujol, ha resaltado que “la experiencia confirma la necesidad de nuevas fórmulas de negocio que permitan incrementar la inversión en innovación, mejorar la eficiencia sin que entre en riesgo la calidad de las prestaciones, optimizar la productividad e introducir indicadores para medir los resultados en salud”.
Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria
Fenin ha aprovechado la presentación en Cataluña de su Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria para anunciar la próxima aparición de Medintech. Según este estudio, que ya fue presentado hace unos meses en Madrid, el gasto medio en innovación de las empresas del sector se sitúa en el 9,5 por ciento. Además, solo Cataluña concentra el 35 por ciento de las compañías que innovan en el sector, seguido por Madrid, el País Vasco y la Comunidad Valenciana.
Además, según revela el estudio, esta apuesta por la I+D+i es mucho más evidente entre las pymes, quienes concentran el 85,5 por ciento de la investigación en innovación tecnológica desarrollada en España. Aprender a innovar es clave para ser competitito y posicionarse estratégicamente en el mercado, tal y como defiende Jordi Pujol. En su opinión, “innovar con éxito y vender en los mercados exteriores es de enorme importancia para asegurar el desarrollo de las empresas, especialmente en momentos de crisis con fuerte retroceso de la demanda interna”.
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), a través de su Plataforma de Innovación, en colaboración con el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, ha anunciado que trabaja en la puesta en marcha de Medintech, un espacio online dirigido a promover las relaciones de partenariado e impulsar la innovación tecnológica en salud a nivel nacional.
De izquierda a derecha: Ángel Lanuza, coordinador de la Plataforma
de Innovación en Tecnología Sanitaria; Jordi Pujol, presidente de la
Comisión de Innovación de Fenin; Margarita Alfonsel, secretaria general
de Fenin; José Luis Fernández, presidente de Fenin Catalunya; Roser
Fernández, secretaria general del Departament de Salut; y Jaume Aubia,
director gerente del Colegio de Médicos de Barcelona.
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En este sentido, el presidente de la Comisión de Innovación de Fenin, Jordi Pujol, ha resaltado que “la experiencia confirma la necesidad de nuevas fórmulas de negocio que permitan incrementar la inversión en innovación, mejorar la eficiencia sin que entre en riesgo la calidad de las prestaciones, optimizar la productividad e introducir indicadores para medir los resultados en salud”.
Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria
Fenin ha aprovechado la presentación en Cataluña de su Estudio de Innovación en el Sector de Tecnología Sanitaria para anunciar la próxima aparición de Medintech. Según este estudio, que ya fue presentado hace unos meses en Madrid, el gasto medio en innovación de las empresas del sector se sitúa en el 9,5 por ciento. Además, solo Cataluña concentra el 35 por ciento de las compañías que innovan en el sector, seguido por Madrid, el País Vasco y la Comunidad Valenciana.
Además, según revela el estudio, esta apuesta por la I+D+i es mucho más evidente entre las pymes, quienes concentran el 85,5 por ciento de la investigación en innovación tecnológica desarrollada en España. Aprender a innovar es clave para ser competitito y posicionarse estratégicamente en el mercado, tal y como defiende Jordi Pujol. En su opinión, “innovar con éxito y vender en los mercados exteriores es de enorme importancia para asegurar el desarrollo de las empresas, especialmente en momentos de crisis con fuerte retroceso de la demanda interna”.
Fujitsu desarrolla, junto a SICO, un "Proyecto de Control Inteligente de Ropa para Sanidad"
Fujitsu y su partner SICO se han
aliado para desarrollar un "Proyecto de Control Inteligente de Ropa para
el sector Sanitario Español", que se presenta por primera vez en el
Congreso Nacional de Hospitales, que se celebra en Bilbao.
Madrid 21/02/2013
Jesús Cabañas |
martes, 19 de febrero de 2013
Busca hacer móvil el cuidado de la salud
Qualcomm lanza en España su división de tecnología inalámbrica para la salud
Qualcomm ha anunciado hoy el lanzamiento en España de su división Qualcomm Life, especializada en soluciones inalámbricas para servicios médicos. La compañía cuenta ya con una plataforma y un dispositivo certificado por la CE para monitorizar a distancia a pacientes con enfermedades crónicas. Una solución que, aseguran, ahorra muchos costes.
Marimar Jiménez - Madrid - 18/02/2013 - 21:27
Qualcomm, el gigante de los chips para smartphones y tabletas,
anunció ayer el lanzamiento en España de su división Qualcomm Life,
especializada en soluciones inalámbricas para servicios médicos. La
compañía presentó una plataforma tecnológica y un pequeño dispositivo,
denominado 2net, que permite a los pacientes con enfermedades crónicas
ser tratados "de forma eficiente y segura" desde su domicilio.
El director de esa filial, Rick Valencia, destacó en Madrid la facilidad de uso de esta tecnología. "Solo hay que enchufar en casa el 2net y este recolecta la información de los diferentes dispositivos médicos que tiene el paciente en su hogar. El equipo envía a través de una conexión móvil los datos médicos para su codificación y almacenamiento en la plataforma, desde la que se transmite la información a los centros de salud o a otros proveedores de atención médica".
Según los responsables de Qualcomm, tanto la plataforma como el equipo 2net están certificados como dispositivos médicos de clase I en Europa. Y añadieron que ya tiene dos clientes europeos de Qualcomm Life: Telbios, en Italia, y Cystelcom, en España. Esta última distribuirá su tecnología en todo el territorio español, centrando sus ventas en las consejerías de Salud de los diferentes Gobiernos autonómicos, así como a compañías de seguros y centros de sanidad privados.
Qualcomm destacó que la atención médica a través de tecnologías móviles es clave en Europa para reducir costes. "Las condiciones económicas desfavorables han provocado la reducción de los presupuestos de los sistemas de salud de la mayoría de países europeos y muchos hospitales están reduciendo el número de camas disponibles. Esto hace necesario reducir el número de admisiones y readmisiones, y una solución inteligente es tratar a los pacientes crónicos directamente en su casa", subrayó Valencia. El directivo recordó que en Europa hay 100 millones de personas que padecen al menos una enfermedad crónica y su cuidado supone más del 80% del total del gasto sanitario. En España, por ejemplo, hay 900.000 pacientes de más de 55 años con diabetes.
Despegue masivo de la telemedicina
Qualcomm confía en que con las soluciones tecnológicas que propone se adopte de forma masiva los servicios de telemedicina. "Hasta ahora no había ocurrido porque no había una plataforma abierta, que funcionara con dispositivos médicos de distintos fabricantes, y esta lo es", señaló el vicepresidente de Qualcomm España Félix González-Quesada.
El directivo añadió, en este sentido, que su compañía trabaja actualmente con más de un centenar de fabricantes de dispositivos médicos, desarrolladores de aplicaciones y empresas de servicios que trabajan en diversos proyectos con el ecosistema 2net de Qualcomm.
González-Quesada también aclaró que el dispositivo 2net está actualmente disponible solo en su versión hardware (un equipo que hay que enchufar para que empiece a funcionar), "pero para final de año planeamos lanzar la versión virtual para smartphones, que aún está en desarrollo".
Qualcomm también quiso dejar claro que 2Net transmite los datos automáticamente. Un hecho que reduce el posible mal uso del dispositivo por parte de los pacientes.
La compañía tiene un fondo de Qualcomm Life con 100 millones de dólares para invertir en empresas jóvenes dedicadas a la tecnología inalámbrica en el sector sanitario que cuenten con capital de respaldo y que contribuyan a acelerar la comercialización de la plataforma 2net.
El director de esa filial, Rick Valencia, destacó en Madrid la facilidad de uso de esta tecnología. "Solo hay que enchufar en casa el 2net y este recolecta la información de los diferentes dispositivos médicos que tiene el paciente en su hogar. El equipo envía a través de una conexión móvil los datos médicos para su codificación y almacenamiento en la plataforma, desde la que se transmite la información a los centros de salud o a otros proveedores de atención médica".
Según los responsables de Qualcomm, tanto la plataforma como el equipo 2net están certificados como dispositivos médicos de clase I en Europa. Y añadieron que ya tiene dos clientes europeos de Qualcomm Life: Telbios, en Italia, y Cystelcom, en España. Esta última distribuirá su tecnología en todo el territorio español, centrando sus ventas en las consejerías de Salud de los diferentes Gobiernos autonómicos, así como a compañías de seguros y centros de sanidad privados.
Qualcomm destacó que la atención médica a través de tecnologías móviles es clave en Europa para reducir costes. "Las condiciones económicas desfavorables han provocado la reducción de los presupuestos de los sistemas de salud de la mayoría de países europeos y muchos hospitales están reduciendo el número de camas disponibles. Esto hace necesario reducir el número de admisiones y readmisiones, y una solución inteligente es tratar a los pacientes crónicos directamente en su casa", subrayó Valencia. El directivo recordó que en Europa hay 100 millones de personas que padecen al menos una enfermedad crónica y su cuidado supone más del 80% del total del gasto sanitario. En España, por ejemplo, hay 900.000 pacientes de más de 55 años con diabetes.
Despegue masivo de la telemedicina
Qualcomm confía en que con las soluciones tecnológicas que propone se adopte de forma masiva los servicios de telemedicina. "Hasta ahora no había ocurrido porque no había una plataforma abierta, que funcionara con dispositivos médicos de distintos fabricantes, y esta lo es", señaló el vicepresidente de Qualcomm España Félix González-Quesada.
El directivo añadió, en este sentido, que su compañía trabaja actualmente con más de un centenar de fabricantes de dispositivos médicos, desarrolladores de aplicaciones y empresas de servicios que trabajan en diversos proyectos con el ecosistema 2net de Qualcomm.
González-Quesada también aclaró que el dispositivo 2net está actualmente disponible solo en su versión hardware (un equipo que hay que enchufar para que empiece a funcionar), "pero para final de año planeamos lanzar la versión virtual para smartphones, que aún está en desarrollo".
Qualcomm también quiso dejar claro que 2Net transmite los datos automáticamente. Un hecho que reduce el posible mal uso del dispositivo por parte de los pacientes.
La compañía tiene un fondo de Qualcomm Life con 100 millones de dólares para invertir en empresas jóvenes dedicadas a la tecnología inalámbrica en el sector sanitario que cuenten con capital de respaldo y que contribuyan a acelerar la comercialización de la plataforma 2net.
La política de I+D+i del Gobierno lleva a España “al colapso”
DENUNCIA DEL COLECTIVO CARTA POR LA CIENCIA
La Estrategia de Ciencia, Tecnología e
Innovación revela falta de ambición
Miércoles, 13 de febrero de 2013, a las 13:57
El Colectivo Carta por la Ciencia, integrado por la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), la plataforma Investigación Digna, la Federación de Jóvenes Investigadores, CCOO y UGT, ha criticado que la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020 y del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 que el Gobierno aprobó el pasado 7 de febrero suponen “una nueva muestra de la falta de ambición y compromiso del Ejecutivo con la I+D+i al plantear como objetivo alcanzar en 2020 el 2 por ciento del PIB”, es decir, “menos de lo que la media de la Unión Europea tiene ya a día de hoy”. Así, advierte que esta situación llevará a España al “colapso”.
De izquierda a derecha, algunos de los representantes de las
entidades firmantes de la Carta Abierta por la Ciencia en un acto el
pasado mes de abril: Andrés Moya, de CSIC, Rafael Van Grieken,
vicerrector de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid y
representante sectorial de I+D+i de la CRUE; Salce Elvira, secretaria
confederal de I+D+i de CCOO; Patxi Sanjuan, secretario del sector I+D+i
de UGT; y Juan Manuel Fernández, representante de la Federación de
Jóvenes Investigadores.
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Por otra parta, ponen en duda que ambos documentos sean fruto del consenso y la participación social, como ha asegurado el Gobierno. “Las asociaciones científicas y los agentes sociales solo pudieron hacer sus observaciones sobre un documento ya elaborado y tanto CCOO como UGT dejaron constancia de su rechazo como miembros del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación”. En resumen, el modelo que está definiendo el Gobierno “nos separa cada día más de aquellos países que han demostrado que solo con una financiación creciente y sostenida en el tiempo de las actividades de I+D+i es posible avanzar en la construcción de un sistema económico y productivo fuerte y de un modelo social más sólido y coherente”.
“Camino del colapso”
“El sistema científico español es todavía reciente y es la actual generación la primera que ha tenido un desarrollo profesional con medios vagamente equiparables a los de los países más avanzados”, señala el colectivo, y apunta que la diferencia es que, en ellos, se han sucedido varias generaciones que han podido desplegar su potencial y crear un sistema científico y técnico sólido, mientras que en España, “esa generación, que cuenta con una elevada edad media, ve amenazado su relevo, por el bloqueo del acceso a una situación estable de los jóvenes investigadores y por el creciente desinterés por los estudios científicos y técnicos, ante las nulas expectativas profesionales”.
Así, advierte que esta situación llevará a España al “colapso”. “No hay mucho tiempo para la reacción”, añade. “Todos los trabajadores de la investigación sufrimos estos problemas. Debemos expresar con contundencia nuestro rechazo a las políticas suicidas del Gobierno” y por ello “exigen” a los parlamentarios y políticos “una rectificación inmediata de las políticas que se están implantando y que llevan a nuestra sociedad a la indignación y a la desesperanza”. “El ministro de Economía y Competitividad debe asumir sus responsabilidades políticas por la desastrosa estrategia adoptada por el Gobierno, que ha demostrado que la desaparición de la Investigación en el organigrama ministerial ha supuesto, de facto, la destrucción paulatina del sistema de I+D+i español”.
domingo, 3 de febrero de 2013
viernes, 18 de enero de 2013
La mala senda de la sanidad publica
La mala senda de la sanidad pública
Es suicida pensar que los sanatorios y clínicas privadas pueden ser la alternativa a la enorme complejidad de la medicina moderna en red. Lo sensato es defender y reformar la gestión del modelo actual.
Algunas comunidades autónomas lo tienen claro: no les gusta la provisión pública de servicios sanitarios y prefieren contratar servicios al sector privado. Su argumento es simple: la privada sale más barata. Parafraseando el aforismo chino, el “gato privado” caza los ratones de la enfermedad con menor coste que el “gato público”. Y como lo que importa es cazar ratones al menor precio, pues la decisión parece sencilla. El radicalismo con el que practican esta creencia los Gobiernos del Partido Popular en Valencia y Madrid rompe el consenso que los grandes partidos tenían hasta 2008 para sostener el Sistema Nacional de Salud con una estructura de provisión pública dominante.
Y para demostrar su tesis, abandonan a su suerte a los hospitales públicos de gestión directa, renunciando a mejorar su gestión, y usándolos como reservorio para extraer recursos, soportar ajustes, asignar funciones y pacientes caros y evacuar la entropía que generan las externalizaciones. Es la profecía autocumplida: “Digo que no funcionan y me aseguro de que no lo hagan”.
El problema es demasiado importante y complejo como para despacharlo con simples prejuicios doctrinarios: los cambios en políticas de esta envergadura deberían asumir la carga de la prueba, máxime cuando a nivel internacional encontramos que la externalización a hospitales gestionados por empresas con ánimo de lucro es minoritaria, frente a modelos públicos (administrativos o empresariales), profesionalistas, cooperativos o fundacionales. Por algo será…
“Bueno, bonito y barato a la vez… difícil es”. Pero lo muy barato, si no aporta valor, es ineficiente: lo importante no es a cuánto sale una placa, una analítica o una operación quirúrgica (aunque conviene que los costes unitarios sean razonables); lo relevante es qué resultados en salud se obtienen en una población dada a partir de unos recursos empleados.
Las intervenciones son instrumentales para conseguir mejoras en salud; y por eso hay que desconfiar de quien se ufana en mostrar que le salen más baratas. Lo barato a corto puede salir inmensamente caro a medio y largo plazo. Lo que puede funcionar para una demanda complementaria y de baja complejidad en el sector privado puede ser deletéreo para el trabajo en los hospitales generales que son responsables de la salud de un territorio y población.
En los centros públicos hay (o había) estabilidad y seguridad presupuestaria y de empleo, lo que fideliza al personal y favorece construir comunidades de aprendizaje y práctica profesional. Lo malo es que también produce rigidez y localismo en las plantillas y dificultad para estimular la productividad (los incentivos son muy “blandos”). A falta de dinero, la motivación se nutre de la reputación y prestigio, lo que favorece la calidad y la innovación tecnológica y da cabida fácilmente a las cuasi altruistas funciones docentes e investigadoras.
La gestión de los centros públicos ha mejorado, pero el avance ha sido lento y a contracorriente por tres factores: la inflexibilidad procedimental administrativa, la renuencia política a dar autonomía y profesionalizar la gestión y la hostilidad miope del sindicalismo ante las propuestas de modelos de “empresarialismo público”.
La dificultad para transformar la gestión administrativa lleva a finales de los años noventa a ensayar en centros de nueva creación (hospitales comarcales y de menor tamaño) las llamadas “nuevas formas de gestión” (fundaciones, empresas públicas y consorcios). Y además son la fórmula perfecta para atender a las exigencias locales y capitalizar políticamente la inversión sanitaria. Toda la atención política se vuelca en las “lanchas rápidas” hospitalarias, abandonando a los “grandes transatlánticos” a su lenta deriva administrativa y a su función de soporte de los pequeños centros.
La “sanidad privada” engloba muchas cosas diferentes: clínicas donde los médicos llevan a tratar a sus pacientes; hospitales benéficos y sin ánimo de lucro (larga estancia, psiquiátricos…) y también algunos hospitales generales (pocos) con plantilla médica propia (vinculada salarialmente). Frente al tamaño medio de los hospitales públicos de 416 camas, las clínicas tienen menos de 90 y los centros benéficos, 170.
El sistema de colaboración público-privada iniciado en Valencia y seguido en Madrid crea un nuevo modelo concesional donde la financiación pública se traslada a una entidad privada con ánimo de lucro que construye y presta todos los servicios asistenciales para una población; el tamaño medio de los nueve hospitales existentes es de menos de 250 camas; a este sector se incorporarían los seis hospitales de modelo mixto (parte sanitaria pública y no sanitaria privada) que Madrid quiere privatizar completamente en este año.
Los incentivos y comportamientos de estos modelos son muy diferentes; donde domina la autonomía profesional, el ethos comercial está mitigado por la cultura médica (reputación, compasión, ética, deontología, etcétera). Pero la historia es diferente cuando existe una empresa con un fuerte ánimo de lucro y accionistas lejanos, miopes y exigentes (capital especulativo); máxime cuando pueden movilizar poderosos incentivos y el mercado profesional está precarizado. No solo la práctica médica autónoma está afectada; es el propio paciente el que está en riesgo.
Es temerario pensar que toda la red hospitalaria pública pueda basarse en los modelos de externalización que se han experimentado para hospitales de tamaño mediano o pequeño en estos años; y es simplemente suicida pensar que los sanatorios y clínicas privadas puedan ser la alternativa a la enorme complejidad de la medicina moderna en red. Ambos modelos pueden tener una función complementaria, pero es insensato imaginarlo como esquema dominante o único.
Además, el ánimo de lucro en el corazón de los servicios sanitarios públicos llevará a una quiebra moral y cultural irreparable. Esto es lo que han entendido los médicos de Madrid, incluso aquellos que ideológicamente son afines al Partido Popular, o los que participan en elmix público-privado que hoy existe entre el puesto público de la mañana y las consultas y operaciones privadas por la tarde.
Los que tienen el conocimiento profesional y experto saben de sobra que la excelencia en la medicina actual depende de consolidar una red entre niveles (alta especialización, hospital, primaria, urgencias y socio-sanitario), para trabajar integradamente por procesos, enfermedades y casos. Esto exige planificación territorial, cooperación y una base muy sólida de profesionalismo y gestión clínica. La lógica privatizadora va en sentido inverso: fragmentación organizativa, mercadeo de procedimientos singularizados, desestructuración competitiva en la relación de oferta y demanda, pérdida de longitudinalidad y miopía a la hora de realizar beneficios a corto y diferir esfuerzos y compromisos a largo plazo.
Lo sensato es partir de la actual red de atención hospitalaria y primaria públicas para producir los cambios necesarios que permitan estimular su efectividad, seguridad, calidad, equidad y eficiencia.
Hasta ahora ha sido imposible cambiar las reglas de gestión de los hospitales públicos de gestión administrativa o de los centros de salud de la atención primaria; el conservadurismo de los agentes y el sopor que producía el crecimiento presupuestario bloqueaban las transformaciones. Hoy ambos factores han desaparecido ante los brutales retos a los que se enfrenta el Sistema Nacional de Salud. Es el momento de poner en marcha una reforma con apoyo de todos, que rediseñe el modelo de gestión de instituciones y personal al servicio de la sanidad pública y permita una gestión emprendedora basada en la transparencia, rendición de cuentas y normas de buen gobierno y gestión de lo público.
Tocaría indagar si hay suficiente responsabilidad en el Gobierno, sensatez en el PP, reformismo en el PSOE, inteligencia en los sindicatos y generosidad en los profesionales para emprender una senda regeneracionista en la gestión pública de los centros sanitarios y unidades clínicas. Muchos estamos convencidos de que se trata de la única opción que nos permitirá legar a la siguiente generación un Sistema Nacional de Salud que merezca tal nombre.
José Ramón Repullo Labrador es médico y experto en Planificación y Economía de la Salud.
miércoles, 16 de enero de 2013
Investiga en su tesis doctoral cómo mejorar el modelo de comunicación para dispositivos médicos y de salud personal
Miguel Martínez de Espronceda Cámara es ingeniero de telecomunicación por la UPNA
Miguel
Martínez de Espronceda ha investigado en su tesis doctoral cómo
optimizar la implementación del estándar para comunicaciones de
dispositivos médicos y de salud personal, cada vez más utilizados
gracias al avance de las tecnologías inalámbricas y al uso de teléfonos
inteligentes.Hoy en día existen dispositivos de salud personal como tensiómetros y glucómetros que, vía tecnologías inalámbricas como Bluetooth, transmiten los datos automáticamente del paciente al especialista médico, desde los dispositivos de salud personal a la “nube”. El reto está ahora en que muchos de esos dispositivos utilizan un protocolo de comunicación propio de cada fabricante, que hace difícil el intercambio de datos. “Mi tesis —explica este investigador— ha contribuido al desarrollo del nuevo estándar de interoperabilidad, cuyo objetivo es definir un lenguaje y terminología común para comunicaciones entre este tipo de dispositivos”.
El grueso del sector industrial dedicado a la materia apoya, a través del consorcio Continua Health Alliance, ese estándar de interoperabilidad, que funciona perfectamente y está empezando a ser adoptado por los fabricantes. “Ha sido necesaria la colaboración de un gran número de expertos para la creación de este nuevo estándar, de modo que recoja la totalidad de la experiencia (know-how) acumulada por los investigadores que trabajamos en este ámbito”, señala.
Uno de los aspectos clave es la optimización del estándar, de manera que se requiera la mínima cantidad de recursos hardware para implementarlo. En este sentido, Martínez de Espronceda ha desarrollado una herramienta de ayuda que, empleando una serie de algoritmos propios, es capaz de generar el código fuente que implementa el estándar. “Con esta herramienta —indica—, un desarrollador que pretenda incorporar el estándar a un nuevo dispositivo, lo tiene muy fácil. Solo necesita definir su modelo y la herramienta automáticamente genera todo el código fuente del programa. Y además, el resultado es de muy alta calidad”.
Gracias a esa herramienta, se consigue reducir drásticamente el coste de desarrollo y fabricación de dispositivos de salud personal interoperables y de bajo consumo. Esto, a juicio del investigador, “puede ser un factor decisivo a la hora de impulsar la adopción del estándar por parte del fabricante”.
La tesis doctoral de Miguel Martínez de Espronceda, “Analysis of a novel patterns-based methodology to implement interoperability in personal health devices”, ha sido dirigida por el profesor Luis Serrano Arriezu, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la UPNA, y ha obtenido la máxima calificación. Martínez de Espronceda trabaja en la actualidad en la Universidad Pública de Navarra como colaborador de proyecto. Ha participado en ocho proyectos de I+D financiados en convocatorias públicas y es coautor de otros tantos artículos publicados en revistas científicas especializadas. Asimismo, cuenta con más de 23 contribuciones a congresos nacionales y 16 internacionales y es coautor de la patente en explotación de un dispositivo para la medición del registro electrocardiográfico y del método asociado a dicho dispositivo.
viernes, 11 de enero de 2013
Educación siglo XIX con tecnología siglo XXI
Ir
a la escuela hoy es como entrar al túnel del tiempo. Los alumnos entran
al siglo XX en la mañana para regresar a su hábitat del siglo XXI al
terminar el horario escolar. Un viaje al pasado sin proyección al
presente y mucho menos al futuro. Profesores siglo XX dando clases siglo
XIX con equipos audiovisuales e informáticos siglo XXI, que sirven de
cosméticos publicitarios más que de soporte para una educación de
avanzada. Confunden el aprendizaje siglo XXI con el uso de la tecnología
siglo XXI, sin entender que de lo que se trata es de una nueva manera
de educar a las personas. Asumen una audiencia de alumnos de un tipo que
ya no existe para prepararlos para un mundo y mercado que ya no
existen.
Es difícil formar alumnos sin una idea clara del resultado esperado: personas capaces de trabajar con sus mentes más que con rutinas o trabajo manual. Poco ayuda el contexto de una industria masiva de preparación para aprobar tests estandarizados con demandas de memorización disfuncional a la comprensión.
Es curioso observar cómo tantas instituciones educativas reputadas como vanguardistas no se atreven a innovar. Se aferran a lo conocido, a los valores del siglo XX, a la segmentación curricular por disciplinas, al horario de 45' por clase para luego "cambiar de canal" (otro profesor, libro, cuaderno, tema, evaluación), a la enseñanza lineal (siguiendo estrictamente un syllabus prestablecido sin tomar en cuenta las propuestas que motivan a los alumnos). Eso no conduce a la buena formación del ciudadano y profesional del siglo XXI.
La educación siglo XXI debería formar futuros ciudadanos con habilidades críticas para funcionar en la sociedad y en el mercado laboral global con creatividad, colaboración, pensamiento crítico y capacidad de comunicación. Para ello hay que usar metodologías relevantes. Es decir, trabajar con redes sociales, tecnologías móviles, computación digital y además involucrar a los alumnos en técnicas de instrucción que faciliten el aprendizaje vía discusiones en molino y grupos colaborativos. En otras palabras, necesitamos poner a los alumnos en el centro del aprendizaje y permitirles que le encuentren sentido a sus experiencias.
Es difícil formar alumnos sin una idea clara del resultado esperado: personas capaces de trabajar con sus mentes más que con rutinas o trabajo manual. Poco ayuda el contexto de una industria masiva de preparación para aprobar tests estandarizados con demandas de memorización disfuncional a la comprensión.
Es curioso observar cómo tantas instituciones educativas reputadas como vanguardistas no se atreven a innovar. Se aferran a lo conocido, a los valores del siglo XX, a la segmentación curricular por disciplinas, al horario de 45' por clase para luego "cambiar de canal" (otro profesor, libro, cuaderno, tema, evaluación), a la enseñanza lineal (siguiendo estrictamente un syllabus prestablecido sin tomar en cuenta las propuestas que motivan a los alumnos). Eso no conduce a la buena formación del ciudadano y profesional del siglo XXI.
La educación siglo XXI debería formar futuros ciudadanos con habilidades críticas para funcionar en la sociedad y en el mercado laboral global con creatividad, colaboración, pensamiento crítico y capacidad de comunicación. Para ello hay que usar metodologías relevantes. Es decir, trabajar con redes sociales, tecnologías móviles, computación digital y además involucrar a los alumnos en técnicas de instrucción que faciliten el aprendizaje vía discusiones en molino y grupos colaborativos. En otras palabras, necesitamos poner a los alumnos en el centro del aprendizaje y permitirles que le encuentren sentido a sus experiencias.
viernes, 4 de enero de 2013
Las impresoras 3D llevan la fábrica a casa
La reproducción de objetos salta de la industria al hogar empujada por la rápida caída de precios Ya se hacen ecografías, lámparas o cartílagos humanos
Los fármacos y las armas plantean otros retos
Albert Arjona se paga el máster con un negocio casero. Imprime
ecografías de embarazos con su impresora 3D. “Sesenta euros con IVA y
portes incluidos”, dice el barcelonés.
Desde que en 1995 a los estudiantes del MIT Tim Anderson y Jim Bredt se les ocurriera destripar una impresora para sustituir la inyección de tinta por un polvillo, las impresoras 3D han saltado de la gran industria al entorno doméstico. No es aún lo habitual, pero pronto lo será. La acelerada caída de sus costes, a una velocidad que no conocieron el ordenador ni la impresora láser, hace prever que en una década la impresora 3D será tan popular en los hogares como lo es hoy la convencional. Mientras tanto, la industria farmacéutica y médica aplica las impresoras 3D para sus investigaciones. También despachos de profesionales la incorporan para abaratar costes o ganar tiempo en sus proyectos.
Gracias a la inyección de plástico líquido o polvo de arena, de una de estas impresoras salen prótesis dentales o utensilios para el hogar pero, a diferencia de la impresora convencional, su tamaño es fundamental. Un parachoques, por ejemplo, no podrá salir de una impresora del tamaño de un microondas. Hay que construirlas a medida, al menos para la industria.
En UltraSoun3dPrinted.com se ofrecen ecografías tridimensionales. “Coloqué la página hace un mes y tengo una media de una petición por día”, dice Arjona, de 25 años. Medio año antes, este ingeniero mecánico no tenía ni idea de impresoras 3D. “Había leído bastante, pero nada práctico. Un fin de semana me fui a la tienda Reprap.com de Barcelona y salí con una bajo el brazo”. El cursillo y las piezas del aparato le costaron 900 euros en total. “Un amigo me hizo la web y otro me ayudó a montar la impresora. Coste cero y ahora me ayuda a pagarme mi máster de diseño mecánico”. Arjona tarda unas cuatro horas en imprimir la ecografía al tamaño de 100 milímetros.
El tejano Cory Wilson también vio pronto en las impresoras tridimensionales una aplicación con futuro: la reproducción casera de pistolas. Su Wiki Weapon Project consiste en crear el diseño de un arma de plástico monouso de calibre 22 para que cualquiera se lo descargue.
Para lo bueno y para lo malo, parece que el futuro de la impresora 3D es esplendoroso. “Habrá que esperar por lo menos 10 años para crear órganos humanos funcionales”, anuncia Shaochen Chen, profesor de nanoingeniería en San Diego (EE UU). “El próximo campo de batalla de la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo será la impresora 3D”, pronostica Marc Goodman, director de Future Crimes Institute.
Roger Uceda lleva 15 años trabajando en el futuro. Es el responsable de la tienda Repcapbcn.com, dependiente de la Fundación CIM, de la catalana Universidad Politécnica. “Lo novedoso es el salto de la industria al consumo, si no privado, sí a los despachos profesionales y pequeños negocios”, explica Uceda. “Con estas impresoras, la industria acortaba el desarrollo de un producto, pero la pequeña empresa aún no se las podía permitir. Al comienzo estos aparatos costaban un millón de euros, ahora su precio ha bajado a la quinta parte”.
Con esta caída del coste, aumenta el negocio. “Este año [por 2012] cerraremos con más de 1.200 servicios”. Su impresora 3D industrial trabaja para empresas como Seat o Volkswagen. “Las máquinas han bajado de precio, aunque los materiales no”. El caso suena a conocido: lo mismo que el de las impresoras convencionales y el precio de la tinta. “El kilo de material sale a 200 euros, imposible para un particular”, reconoce Uceda.
Otra cosa es el 3D con código abierto. “Esa es la revolución”, afirma Uceda. Efectivamente, en su tienda cualquier curioso se puede llevar una impresora 3D por 600 euros. Y el coste del kilo de material baja a 20. “La precisión”, advierte Ucede, “no es igual a una industrial, pero suficiente para trabajos profesionales”. En 2012, más de un centenar de personas se llevaron de esta tienda una impresora doméstica. “Algunos compran las piezas y se la montan en casa, otros aquí”. En el blog de RepRap salen continuas actualizaciones de software para mejorar el rendimiento.
Con máquinas de código abierto como las de Reprap, Arjona se montó su negocio de ecografías; pero los principales clientes de RepRapbcn son diseñadores, ingenieros y arquitectos. Como toda gran tecnología acarreará nuevos profesionales y negocios, pero destruirá otros. Los clásicos maquetistas son carne de cañón. “Hace unas semanas llegaron un par de arquitectos franceses para seguir un cursillo”, cuenta Uceda. “Comentaban que la maqueta de un edificio les costaba, aparte de mucho tiempo, entre 2.000 y 5.000 euros. A estudios de arquitectura o de diseño les sale a cuenta tener una de estas máquinas”.
Frente al nacimiento de impresoras y repositorios de código abierto, MakerBot es la primera empresa mundial que comercializa impresoras con licencia propietaria. Posee prácticamente la cuarta parte del mercado mundial tanto de impresoras industriales como domésticas. De su último modelo, Replicator 2 ha vendido 13.000 unidades en un año a 1.660 euros. Los precios van bajando, mientras mejora la precisión. Replicator 2 consigue rebajar las capas de inyección de 270 micras al centenar.
Como suele ocurrir con los nuevos negocios tecnológicos, los avances no están protagonizados por los del mercado antiguo. HP, líder mundial de impresoras domésticas, no tiene ningún modelo 3D, como explican en su centro de investigación de Sant Cugat (Barcelona).
La impresora es solo parte de la solución. Tan importante como la máquina es el software, los diseños. Thingiverse, dependiente del MakerBot, es el mayor repositorio de diseños 3D en Internet. En cuatro años, la gente se ha descargado 8,5 millones de archivos entre un catálogo de 28.000 diseños de objetos. En Thingiverse pueden encontrarse muebles para la Barbie, muñecos de Playmóvil, pero también piezas industriales, objetos de decoración o anillos de boda.
Shapeways vende el diseño de objetos para que cada cual se los reproduzca en casa o los encargue. El público elige un diseño de lámpara o una pulsera, paga, se la descarga o la tienda se la reproduce y envía a casa. Se acabó el problema de los stocks.
El diseñador canadiense Samuel Bernier es uno de los que coloca sus lámparas en esta tienda. “Diseñé doce en diferentes colores, sin cambiar la estructura pero sí la textura. Tardo entre 4 y 12 horas en hacerlas, pesan entre 50 y 100 gramos y me cuesta imprimirlas menos de 5 dólares (3,7 euros)”. El precio para el público supera los cien euros.
Pero el mayor desarrollo de las impresoras 3D es en la investigación médica y farmacéutica. Organovo fue la primera empresa en comercializar una bioimpresora 3D, la NovoGen MMX. Su objetivo, reproducir tejidos humanos.
Al principio, la idea era vender las máquinas a las farmacéuticas, pero luego vio que era más provechoso trabajar directamente por encargo. Pfizer y United Therapeutics son los primeros en confiar en ellos. Organovo ha hecho vasos sanguíneos, tejidos y ha recreado tumores con sus impresoras 3D. En 2010 fue distinguida por la revista Time como una de las invenciones del año, y en 2012 la MIT Technology Review la incluye entre sus 50 más innovadoras compañías.
Sus bioimpresoras emplean tinta biológica formada por células vivas para formar tejidos humanos. Básicamente, la biotinta es empleada para construir estructuras de células 3D, capa por capa, para formar el tejido. Los investigadores médicos aspiran a emplear estos tejidos como implantes en el cuerpo humano. En el departamento de Medicina Regenerativa de la universidad Wake Forest (Carolina del Norte) han conseguido reproducir piel en bioimpresoras que, colocada directamente sobre las heridas, logran la rápida cicatrización.
Tras participar en el desarrollo de Organovo, Andras Forgacs fundó Modern Meadow. La misma idea con diferente objetivo: reproducir carne, pero para consumo humano. Esta start-up, que de momento ha financiado el filántropo Peter Thiel con 350.000 dólares (265.000 euros), pretende imprimir hamburguesas, aunque en una primera etapa se contenta con cueros de animales. Forgacs pretende, antes que acabar con el hambre, salvar al mundo de su destrucción medioambiental. La empresa recuerda que para producir una hamburguesa se necesitan 189 litros de agua y 22 metros cuadrados de terreno.
El padre de Forgacs, el doctor Gabor, explicaba en una de las conferencias TEDx que no se trataba de reproducir carne de plástico. “No es carne sintética, es carne auténtica porque está hecha de sus mismas células. Creo que la mejor palabra sería vitrocarne”.
Modern Meadow promete pieles para el próximo año, pues la estructura molecular de sus células es bastante más simple que la muscular. Para la carne no hay fechas, aunque según algunos cálculos para lograrla se necesitaría una inversión de más de cien millones de euros y, de momento, no cuentan ni con medio millón.
Las investigaciones médicas tienen más respaldo financiero, público y privado, lo que redunda en unos avances para la investigación, pero también para la tecnología 3D. Hace un mes NanoLabs Parabon anunció el desarrollo de un fármaco para combatir un cáncer cerebral mortal. El fármaco fue impreso con una técnica de autoensamblaje del ADN; un programa informático de arrastrar y soltar diseñó el ADN.
“Lo que diferencia a nuestra nanotecnología de otras es la rapidez y la precisión”, explicó Steven Armentrout, de la norteamericana National Science Foundation. “Podemos imprimir, molécula por molécula, el componente que queramos en cuestión de semanas y, a veces, de días, a la medida del paciente”.
Si se logran con 3D medicinas individualizadas al tumor de cada persona mucho más sencillo será enviar a la impresora de casa las recetas médicas para que se conviertan en aspirinas. Y de la botica a la droga. Los carteles ya no tendrán que horadar más la frontera de Río Grande para pasar la droga. Adiós a mulas y camellos. Bastará con colocar en Internet el diseño del último éxtasis para que, con una clave, se bajen el material en destino con la sola ayuda de una impresora 3D. ¿Y el pago? El pago, con la moneda virtual Bitcoin —totalmente al margen de vigilancia y autoridad monetaria—. Para lo bueno y para malo, la fabricación casera será en 3D.
En noviembre, la revista tecnológica Wired se quedó sin su director. Chris Anderson se ha ido a dirigir 3D Robotics. En medio publicó el libro Fabricantes: La próxima revolución industrial. “En pocos años se venderán en los supermercados millones de impresoras 3D. Costarán 99 dólares (74,7 euros) y cualquiera podrá tener una. Con ellas, las fábricas volverán a los hogares”.
Desde que en 1995 a los estudiantes del MIT Tim Anderson y Jim Bredt se les ocurriera destripar una impresora para sustituir la inyección de tinta por un polvillo, las impresoras 3D han saltado de la gran industria al entorno doméstico. No es aún lo habitual, pero pronto lo será. La acelerada caída de sus costes, a una velocidad que no conocieron el ordenador ni la impresora láser, hace prever que en una década la impresora 3D será tan popular en los hogares como lo es hoy la convencional. Mientras tanto, la industria farmacéutica y médica aplica las impresoras 3D para sus investigaciones. También despachos de profesionales la incorporan para abaratar costes o ganar tiempo en sus proyectos.
Gracias a la inyección de plástico líquido o polvo de arena, de una de estas impresoras salen prótesis dentales o utensilios para el hogar pero, a diferencia de la impresora convencional, su tamaño es fundamental. Un parachoques, por ejemplo, no podrá salir de una impresora del tamaño de un microondas. Hay que construirlas a medida, al menos para la industria.
En UltraSoun3dPrinted.com se ofrecen ecografías tridimensionales. “Coloqué la página hace un mes y tengo una media de una petición por día”, dice Arjona, de 25 años. Medio año antes, este ingeniero mecánico no tenía ni idea de impresoras 3D. “Había leído bastante, pero nada práctico. Un fin de semana me fui a la tienda Reprap.com de Barcelona y salí con una bajo el brazo”. El cursillo y las piezas del aparato le costaron 900 euros en total. “Un amigo me hizo la web y otro me ayudó a montar la impresora. Coste cero y ahora me ayuda a pagarme mi máster de diseño mecánico”. Arjona tarda unas cuatro horas en imprimir la ecografía al tamaño de 100 milímetros.
El tejano Cory Wilson también vio pronto en las impresoras tridimensionales una aplicación con futuro: la reproducción casera de pistolas. Su Wiki Weapon Project consiste en crear el diseño de un arma de plástico monouso de calibre 22 para que cualquiera se lo descargue.
Para lo bueno y para lo malo, parece que el futuro de la impresora 3D es esplendoroso. “Habrá que esperar por lo menos 10 años para crear órganos humanos funcionales”, anuncia Shaochen Chen, profesor de nanoingeniería en San Diego (EE UU). “El próximo campo de batalla de la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo será la impresora 3D”, pronostica Marc Goodman, director de Future Crimes Institute.
Roger Uceda lleva 15 años trabajando en el futuro. Es el responsable de la tienda Repcapbcn.com, dependiente de la Fundación CIM, de la catalana Universidad Politécnica. “Lo novedoso es el salto de la industria al consumo, si no privado, sí a los despachos profesionales y pequeños negocios”, explica Uceda. “Con estas impresoras, la industria acortaba el desarrollo de un producto, pero la pequeña empresa aún no se las podía permitir. Al comienzo estos aparatos costaban un millón de euros, ahora su precio ha bajado a la quinta parte”.
Con esta caída del coste, aumenta el negocio. “Este año [por 2012] cerraremos con más de 1.200 servicios”. Su impresora 3D industrial trabaja para empresas como Seat o Volkswagen. “Las máquinas han bajado de precio, aunque los materiales no”. El caso suena a conocido: lo mismo que el de las impresoras convencionales y el precio de la tinta. “El kilo de material sale a 200 euros, imposible para un particular”, reconoce Uceda.
Otra cosa es el 3D con código abierto. “Esa es la revolución”, afirma Uceda. Efectivamente, en su tienda cualquier curioso se puede llevar una impresora 3D por 600 euros. Y el coste del kilo de material baja a 20. “La precisión”, advierte Ucede, “no es igual a una industrial, pero suficiente para trabajos profesionales”. En 2012, más de un centenar de personas se llevaron de esta tienda una impresora doméstica. “Algunos compran las piezas y se la montan en casa, otros aquí”. En el blog de RepRap salen continuas actualizaciones de software para mejorar el rendimiento.
Con máquinas de código abierto como las de Reprap, Arjona se montó su negocio de ecografías; pero los principales clientes de RepRapbcn son diseñadores, ingenieros y arquitectos. Como toda gran tecnología acarreará nuevos profesionales y negocios, pero destruirá otros. Los clásicos maquetistas son carne de cañón. “Hace unas semanas llegaron un par de arquitectos franceses para seguir un cursillo”, cuenta Uceda. “Comentaban que la maqueta de un edificio les costaba, aparte de mucho tiempo, entre 2.000 y 5.000 euros. A estudios de arquitectura o de diseño les sale a cuenta tener una de estas máquinas”.
Frente al nacimiento de impresoras y repositorios de código abierto, MakerBot es la primera empresa mundial que comercializa impresoras con licencia propietaria. Posee prácticamente la cuarta parte del mercado mundial tanto de impresoras industriales como domésticas. De su último modelo, Replicator 2 ha vendido 13.000 unidades en un año a 1.660 euros. Los precios van bajando, mientras mejora la precisión. Replicator 2 consigue rebajar las capas de inyección de 270 micras al centenar.
Como suele ocurrir con los nuevos negocios tecnológicos, los avances no están protagonizados por los del mercado antiguo. HP, líder mundial de impresoras domésticas, no tiene ningún modelo 3D, como explican en su centro de investigación de Sant Cugat (Barcelona).
La impresora es solo parte de la solución. Tan importante como la máquina es el software, los diseños. Thingiverse, dependiente del MakerBot, es el mayor repositorio de diseños 3D en Internet. En cuatro años, la gente se ha descargado 8,5 millones de archivos entre un catálogo de 28.000 diseños de objetos. En Thingiverse pueden encontrarse muebles para la Barbie, muñecos de Playmóvil, pero también piezas industriales, objetos de decoración o anillos de boda.
Shapeways vende el diseño de objetos para que cada cual se los reproduzca en casa o los encargue. El público elige un diseño de lámpara o una pulsera, paga, se la descarga o la tienda se la reproduce y envía a casa. Se acabó el problema de los stocks.
El diseñador canadiense Samuel Bernier es uno de los que coloca sus lámparas en esta tienda. “Diseñé doce en diferentes colores, sin cambiar la estructura pero sí la textura. Tardo entre 4 y 12 horas en hacerlas, pesan entre 50 y 100 gramos y me cuesta imprimirlas menos de 5 dólares (3,7 euros)”. El precio para el público supera los cien euros.
Pero el mayor desarrollo de las impresoras 3D es en la investigación médica y farmacéutica. Organovo fue la primera empresa en comercializar una bioimpresora 3D, la NovoGen MMX. Su objetivo, reproducir tejidos humanos.
Al principio, la idea era vender las máquinas a las farmacéuticas, pero luego vio que era más provechoso trabajar directamente por encargo. Pfizer y United Therapeutics son los primeros en confiar en ellos. Organovo ha hecho vasos sanguíneos, tejidos y ha recreado tumores con sus impresoras 3D. En 2010 fue distinguida por la revista Time como una de las invenciones del año, y en 2012 la MIT Technology Review la incluye entre sus 50 más innovadoras compañías.
Sus bioimpresoras emplean tinta biológica formada por células vivas para formar tejidos humanos. Básicamente, la biotinta es empleada para construir estructuras de células 3D, capa por capa, para formar el tejido. Los investigadores médicos aspiran a emplear estos tejidos como implantes en el cuerpo humano. En el departamento de Medicina Regenerativa de la universidad Wake Forest (Carolina del Norte) han conseguido reproducir piel en bioimpresoras que, colocada directamente sobre las heridas, logran la rápida cicatrización.
Tras participar en el desarrollo de Organovo, Andras Forgacs fundó Modern Meadow. La misma idea con diferente objetivo: reproducir carne, pero para consumo humano. Esta start-up, que de momento ha financiado el filántropo Peter Thiel con 350.000 dólares (265.000 euros), pretende imprimir hamburguesas, aunque en una primera etapa se contenta con cueros de animales. Forgacs pretende, antes que acabar con el hambre, salvar al mundo de su destrucción medioambiental. La empresa recuerda que para producir una hamburguesa se necesitan 189 litros de agua y 22 metros cuadrados de terreno.
El padre de Forgacs, el doctor Gabor, explicaba en una de las conferencias TEDx que no se trataba de reproducir carne de plástico. “No es carne sintética, es carne auténtica porque está hecha de sus mismas células. Creo que la mejor palabra sería vitrocarne”.
Modern Meadow promete pieles para el próximo año, pues la estructura molecular de sus células es bastante más simple que la muscular. Para la carne no hay fechas, aunque según algunos cálculos para lograrla se necesitaría una inversión de más de cien millones de euros y, de momento, no cuentan ni con medio millón.
Las investigaciones médicas tienen más respaldo financiero, público y privado, lo que redunda en unos avances para la investigación, pero también para la tecnología 3D. Hace un mes NanoLabs Parabon anunció el desarrollo de un fármaco para combatir un cáncer cerebral mortal. El fármaco fue impreso con una técnica de autoensamblaje del ADN; un programa informático de arrastrar y soltar diseñó el ADN.
“Lo que diferencia a nuestra nanotecnología de otras es la rapidez y la precisión”, explicó Steven Armentrout, de la norteamericana National Science Foundation. “Podemos imprimir, molécula por molécula, el componente que queramos en cuestión de semanas y, a veces, de días, a la medida del paciente”.
Si se logran con 3D medicinas individualizadas al tumor de cada persona mucho más sencillo será enviar a la impresora de casa las recetas médicas para que se conviertan en aspirinas. Y de la botica a la droga. Los carteles ya no tendrán que horadar más la frontera de Río Grande para pasar la droga. Adiós a mulas y camellos. Bastará con colocar en Internet el diseño del último éxtasis para que, con una clave, se bajen el material en destino con la sola ayuda de una impresora 3D. ¿Y el pago? El pago, con la moneda virtual Bitcoin —totalmente al margen de vigilancia y autoridad monetaria—. Para lo bueno y para malo, la fabricación casera será en 3D.
En noviembre, la revista tecnológica Wired se quedó sin su director. Chris Anderson se ha ido a dirigir 3D Robotics. En medio publicó el libro Fabricantes: La próxima revolución industrial. “En pocos años se venderán en los supermercados millones de impresoras 3D. Costarán 99 dólares (74,7 euros) y cualquiera podrá tener una. Con ellas, las fábricas volverán a los hogares”.
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The age of wearable computers is upon us.
There has recently been a slew of media attention to the possibility of an Apple Watch, and the soon to be released Google Glass.
For those not familiar with the Google Glass Project, it is essentially a wearable device that mimics eyeglasses.
The hardware includes Wifi and Bluetooth capabilities (can work with Android and iOS devices), cameras, voice-activation commands, and a heads-up display.
This device will find many uses with the general populace, but what about the healthcare field, what does it mean for medicine?
Imagine several medical scenarios using Google Glass:
I want to be able to walk into a room, and bring up a patient’s EHR, their recent labs, see their medication list, and see what changed from the previous night or visit. I want the most recent data. I want the ability to be in a room and share my interaction with students or fellow practitioners should I need their input.
What if there is a wound the patient brings to my attention? What if I could share it with a fellow dermatologist and get their immediate input? They could tell me to look at it from different angles and what maneuvers to perform to help them build a better idea. Indeed, telemedicine could be changed in a major way.
However, this cannot happen without our input. We need to become a part of the developmental process. Developers need our advice and critiques to create technological marvels that will bring us into the 21st century. Just as we have seen mobile medical applications created by third party developers that have no medical background, and expect us to consume their product — we should not be blocked out of this process as well.
Google’s Glass Youtube video demonstrates people dancing, skydiving, and playing with their children. But where is video showing how this can help medicine? We need to give Google an answer, and let them know that we want to be part of this development. Let them know with the hashtag on twitter: #ifihadglass. And leave a comment with how you would use Google Glass in medicine.