07 de Mayo de 2012
Ya he comentado desde hace tiempo que toca un ataque frontal al sistema
público de sanidad. A fecha de hoy parece que es demasiado evidente, de
la misma forma que son muy evidentes los ataques a otros sectores. Para
identificar los sectores, no tenemos más que fijarnos en los rasgos
distintivos respecto a Estados Unidos y encontraremos un patrón. En
definitiva; estamos tratando de instaurar la estructura económica de
Estados Unidos, con la peculiaridad de que el hecho de que presente
graves problemas muy obvios no supone ningún tipo de problema.
En cuanto a la sanidad, lo que está claro es que España destina muchos
menos recursos a su sistema sanitario que los países en los que nos
estamos fijando como referencia. También es más que evidente también que
el sistema Español es mejor. Es cierto que todo el mundo dice que es
insostenible, pero lo que no se acaba de entender es una gran
contradicción. Si tenemos problemas de sostenibilidad con el sistema
barato y mejor; ¿Qué ocurrirá con sistemas más caros y con unos
resultados peores?.
Esta pregunta es tan evidente, que tan sólo se me ocurre una
explicación al hecho de que no esté encima de la mesa. Es tan obvia que
el hecho de que no se plantee, no puede ser otra cosa que el resultado
de un ingente esfuerzo por negarla. Sin embargo, esto plantea una
curiosa contradicción; si resulta que estamos ante ciertas campañas
formando opinión al respecto, ¿Cómo es posible que trascienda y todos
entendamos que el porcentaje del PIB destinado a sanidad es menor en
España que en el resto de los países de la OCDE?. Es decir; ¿Cómo es
posible que coexista el discurso de que la sanidad es insostenible, con
la existencia de numerosos informes que dicen que es más barata y mejor
que lo planteado?. Pues en realidad la respuesta a esta respuesta es
relativamente sencilla y nos permite sacar unas cuantas conclusiones.
La primera razón, y muy obvia, es la eterna diferencia de enfoques en
estos análisis. Es decir, En todos estos análisis, no estamos ante un
análisis económico, sino que estamos ante un análisis de un negocio. Es
decir, cuando se privatiza lo que sea, uno de los efectos es que se
logra generar un negocio importante. Por tanto, privatizar suele ser la
solución a todos los problemas, por la sencilla razón de que la solución
es beneficiosa para los mercados, ya que se introduce la oportunidad de
obtener determinados beneficios. Por supuesto esto se exagera para los
“expertos” del ramo en cuestión. ¿Qué va a recomendar una fundación
sanitaria que dependa de una entidad privada en el campo de la sanidad?.
Por tanto, en todos estos análisis tenemos la clave de la oportunidad,
que no podemos olvidar de ninguna forma cuando tratamos de entender la
bondad de una determinada propuesta. Pero curiosamente el concepto de
oportunidad no está tan limitado como creemos, por la estructura del
sector ahora mismo.
Por ejemplo, según los datos del banco mundial, (digamos que no demasiado sospechoso),
en 2010, el gasto sanitario suponía en España un 9,5% del PIB. Este
9,5% del PIB suponen una cantidad nada desdeñable de casi 100.000
millones de euros, que es el potencial mercado para las empresas de
sanidad. Cuanto menor sea la participación del estado, mayor será el
mercado potencial que es un concepto que se suele usar en cada uno de
los análisis de cualquier sector.
Este dato queda muy lejos del 17,9% que nos da para Estados Unidos, por
lo que lo único insostenible que se nos puede ocurrir es que se nos
ocurra tomar cualquier medida para acercarnos a este punto. Pero si
estamos hablando de oportunidad de negocio, tenemos que plantearlo de
otra forma:
¿Cuánto es el volumen de potencial de negocio en el campo de la sanidad
privada?. Pues es sencillo entender que el negocio potencial casi se
duplicaría, si se pasase de la estructura española a una estructura como
la estadounidense. El volumen de negocio y posibles beneficios tienen
la suficiente cuantía que explican perfectamente el hecho de que se
olviden ciertos aspectos cuando se trata de introducir la posibilidad de
negocio en dicho campo.
Una vez aclarada la razón por la que se acaba de producir confusión,
tan sólo me queda tratar de explicar “como” se produce dicha confusión. Y
es sencillo, porque se trata de usar dos premisas básicas:
Por un lado se trata de analizar la sostenibilidad directamente desde
el ámbito de las cuentas públicas. Es decir, de alguna forma se trata de
centrarnos en el esquema del estado, hasta el punto de que la discusión
se centra sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas.
Evidentemente actualmente el estado tiene problemas para sostener el
gasto sanitario y sobre todo tendrá problemas para soportar la gestión
privada de un buen número de servicios. Sin embargo, el problema no es
estrictamente de sanidad, sino que estamos hablando de un problema mucho
más amplio en el que directamente la capacidad recaudadora del estado
se ha reducido y los gastos en otros aspectos se ha reducido. Esto
significa que la sanidad no es insostenible para el estado por si misma,
sino que gestionada como está siendo gestionada dentro de un estado
gestionado como está siendo gestionado es insostenible, (pero tanto la
sanidad como lo que no es sanidad).
Y por otro lado nos encontramos con la sempiterna justificación de la
ley de Say, que aunque ha sido ampliamente superada se sigue usando con
demasiada frecuencia. Los negocios que se generan, suponen una
oportunidad de inversión, lo que acaba generando actividad económica, lo
que acaba generando riqueza y demanda. Claro que para esto tendremos
que olvidar que los negocios que se generan son costes de otro lado. Y
si lo que hoy se soluciona con 90.000 millones, mañana se soluciona con
150.000 en realidad tenemos una detracción de 60.000 millones desde la
sociedad y del potencial negocio para todo aquel que no esté involucrado
en un sector tan básico como la sanidad.
Mi nombre es Tomás Iglesias, y como todo el mundo sabe, no es fácil describirse a uno mismo. En mi caso es muy sencillo. Soy una persona que ha tenido la oportunidad y la suerte de estudiar Económicas y acabar apasionandome por una disciplina que entiendo como algo que ha de servir para que mejoremos todos.
Mi nombre es Tomás Iglesias, y como todo el mundo sabe, no es fácil describirse a uno mismo. En mi caso es muy sencillo. Soy una persona que ha tenido la oportunidad y la suerte de estudiar Económicas y acabar apasionandome por una disciplina que entiendo como algo que ha de servir para que mejoremos todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario